
A la práctica, podemos hablar de un coche eléctrico que lleva a cuestas su propia central de producción de electricidad, a partir de un sistema de pila de combustible de 5 kW que se alimenta con un depósito de 30 litros de bioetanol. Lógicamente estos datos son provisionales, ya que hablamos de un prototipo. Los combustibles de bioetanol se producen principalmente con caña de azúcar y maíz. En América del Norte y del Sur existen grandes plantaciones dedicadas a estos cultivos.

En ese sentido, el CO₂ se mantiene dentro de lo que Nissan califica de ciclo de carbono natural. En la parte negativa, tenemos en primer lugar que la producción de electricidad mantiene la dependencia de unos puntos centralizados de repostaje. Por otra parte, están las circunstancias que rodean a las producciones agrícolas de etanol, mientras no existan intereses para que se regule el uso de zonas destinadas a estas producciones en lugares donde no se interfiera con la producción de alimentos. Con todo, es una iniciativa que merece atención, por la alternativa que presenta ante la situación actual.
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