
No somos de los que sacrificamos la comodidad, pero sobre todo jamás vamos a escatimar en seguridad. Los amortiguadores forman parte de un grupo de elementos vital para la seguridad en el coche, siendo sus compañeros de fatigas los neumáticos, y el sistema de frenos. Con este triángulo de sistemas en perfectas condiciones, podremos estar seguros de tener un coche efectivo y reactivo.
¿Cuál es la función de los amortiguadores?

Cuando se les pone a prueba de verdad es absorbiendo irregularidades como baches, badenes, resaltos, bordillos, o cargando el coche para las vacaciones. Los amortiguadores tienen mucho aguante y debe ser así para que duren muchos kilómetros, pero todos los elementos mecánicos tienen más o menos resistencia al uso.
Unos amortiguadores en buen estado de mantenimiento y conservación nos permiten:
- Frenar con eficacia en cualquier condición, ya sea asfalto seco o mojado, liso o bacheado y en cualquier terreno.
- Mantener el coche estable en esa frenada, es decir, sin que bascule de forma errática, por ejemplo.
- Mantener el centro de gravedad controlado, es decir, contrarrestar el efecto que produce cualquier cambio en el reparto de masas del coche.
- Absorber cualquier irregularidad del terreno evitando que los neumáticos pierdan contacto con la calzada, de forma que la conducción será cómoda y más segura.

Si los amortiguadores no hacen correctamente su función, habrá una deriva imprevista que hará que no sea del todo estable una frenada, desde la más leve hasta la de emergencia. Por eso es muy importante saber detectar cualquier indicio de deterioro de este elemento, y os explicamos cómo.
Cómo detectar cualquier degradación anormal de los amortiguadores

Por eso mismo, para saber si un amortiguador está en perfecto estado, podemos hacer una prueba casera muy simple. Esta prueba consiste en comprimir a mano cada amortiguador y soltarlo, para observar su comportamiento. Haremos lo siguiente:
- Nos situamos sobre el amortiguador que vamos a probar, y colocamos las dos manos en la chapa, para ejercer presión.
- Hacemos presión contra el suelo, utilizando el peso de nuestro cuerpo para ello, de forma que consigamos la mayor compresión posible.
- Cuando lleguemos lo más abajo posible, quitamos la presión y observamos el comportamiento.
- Si el amortiguador vuelve a su posición original y no observamos rebotes sucesivos, es buena señal; si por el contrario observamos rebotes sucesivos que van perdiendo amplitud, deberíamos llevar el coche a que nos lo revisen, porque podemos tener desgastados los amortiguadores.
- Como los amortiguadores son independientes, repetiremos la operación con el resto, hasta comprobarlos todos.

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