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Todo sobre los frenos

De frenos hemos hablado más veces, porque son un sistema imprescindible para el uso normal de un coche, ya sea en los coches híbridos, o en los coches de combustión. Sin frenos no podríamos plantearnos salir de casa, lógicamente, igual que no lo haríamos si nos falta el pedal del acelerador.
Los frenos también tienen su desgaste, y hay que cambiar periódicamente las zapatas y comprobar el estado de los discos, pero suele ocurrir que esos cambios e inspecciones se incluyen en el programa de las revisiones oficiales, y muchas veces los conductores no nos enteramos de esa sustitución. En honor a la verdad, todo conductor debería saber o informarse de qué se ha hecho en la revisión del coche.

Cómo detectar que los frenos están perdiendo eficacia
La mejor manera de saber que los frenos están perdiendo eficacia es estar atentos a las señales. En condiciones normales, cuando frenamos lo hacemos suavemente. Es muy raro, y por raro queremos decir poco frecuente, tener que pisar a fondo un pedal de freno en situaciones habituales. Incluso cuando es necesario aplicar el máximo de fuerza sobre el pedal, es poco frecuente que el conductor lo haga bien.
Al frenar suavemente, notar una caída en el rendimiento de los frenos no es fácil, y tendemos a darnos cuenta de que a los frenos les quedan pocos kilómetros cuando notamos los síntomas más evidentes:

  1. El pedal tiene más recorrido del normal.
  2. Notamos un pedal esponjoso.
  3. A la inversa, podemos sentir que el pedal está demasiado duro, que ofrece mucha resistencia a la pisada.
  4. De manera muy similar, el pedal parece tener menos recorrido del habitual.
  5. Al frenar con cierta decisión, se bloquean una o más ruedas.
  6. Al pisar el freno sentimos vibraciones.
  7. Si bajamos un puerto o una pendiente descendente muy larga, podemos notar que con el tiempo se pierde capacidad de frenado, al calentarse los frenos.
  8. Al frenar notamos que el coche oscila hacia un lado.
  9. El peor, y más notorio síntoma de que hay algo mal en los frenos es pisar el pedal y escuchar un chirrido.

¿Influye mi forma de conducir en cómo desgasto los frenos?

La respuesta corta es por supuesto. ¿Cómo no va a afectar la conducción? La mejor manera de no gastar los frenos de forma prematura es utilizarlos lo menos posible, y siempre que se pueda, frenar con suavidad. Lógico, pero no siempre se hace así. Para frenar con suavidad, la mayoría de las veces hay que combinar dos técnicas: ir tranquilos, y levantar primero el pie del acelerador, dejando rodar el coche y que actúe el freno motor.
Esas técnicas suponen circular a una velocidad controlada y pisar con dulzura el acelerador, para evitar situaciones de parrilla de salida de Gran Premio en los semáforos de la ciudad, además de que debemos anticipar correctamente qué va a suceder después: ¿vendrá otro semáforo? ¿Un ceda el paso? ¿Un paso de cebra con peatones prestos a cruzar? En cualquier caso de los mencionados, apurar mucho significa que frenaremos con más fuerza de la necesaria, y eso significa que gastaremos más de lo necesario los frenos.
Sin embargo, ir tranquilos y dejar que el coche pierda velocidad de forma natural antes de pisar el freno ayuda a que duren más. Eso puede hacer que, a veces, se nos vea como el típico conductor lento, pero si nos fijamos bien, la diferencia entre un recorrido conduciendo rápido y lento, en ciudad, no nos va a dar mucha ventaja.
Lo mismo podemos decir de la conducción en autovía. A velocidades legales, y si nos espera una salida normal, apenas tendremos que utilizar los frenos. Si tomamos el carril de deceleración y dejamos que el freno motor actúe, la velocidad bajará de forma adecuada y tan solo al final necesitaremos aplicar frenos con suavidad. La forma de conducir incide totalmente en el desgaste de los frenos, y también en el tipo de desgaste.

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