A los 50 años, el
francés suma seis títulos del Dakar en motos (1991, 1992, 1993, 1995, 1997 y
1998) y seis en coches (2004, 2005, 2007, 2012, 2013 y 2016), algo casi
imposible de igualar por otro piloto. "Nadie podrá igualarlo, no habrá otro igual", habían sido las palabras en 2013 del presentador
oficial en Buenos Aires cuando presentó el triunfo de Stephane Peterhansel en coches, en lo que parecía la
última gran faena de 'Monsieur Dakar'.
Sin embargo, a su leyenda le sumó al menos un capítulo
más, la duodécima corona pero quizás
una de las más especiales al llevar a la marca francesa Peugeot a su primera
conquista desde su regreso al Dakar, el año pasado. Muy cerca había quedado, en 2000, cuando con
Aixam-Mega quedó segundo en coches, apenas 12:33 minutos detrás de su
compatriota Jean-Louis Schlesser.
A los 50 años, el nacido en Échenoz-la-Méline logró
sumar a su palmarés su duodécima conquista del Dakar, seis en motos y seis en
coches, para agigantar el mito. Con su inseparable y fiel copiloto de aventuras, Jean-Paul Cottret, la leyenda de las motos transfirió desde
1999 ese espíritu ganador a los coches, siguiendo los pasos de Hubert Auriol.
En esta octava edición sudamericana del Dakar volvió a
dar una muestra que su historia no se escribe en pasado, sino que es un
presente vivido y aún con perspectiva de futuro. Pasaron 28 años de aquel estreno con Yamaha y, desde entonces,
fueron 68 etapas ganadas para un apellido que, sin dudas, se
ha transformado en el primer sinónimo del Dakar.
"La victoria más hermosa para mí
será siempre la primera, en moto, pero ganar con Peugeot a los 50
años sería grandioso", había enfatizado Peterhansel antes de embarcarse
hacia Buenos Aires para su 26ª participación en la carrera de aventuras más
exigente del mundo. Sus conocidos ratifican que el tiempo pasó pero que
las mañas son las mismas de aquel chaval que a los 14 años fue campeón de Francia en monopatín, que pasó por las motos de
enduro, motocross y supercross hasta llegar al Dakar.
Meticuloso hasta el milímetro, supersticioso 'in
extremis' y con una auto exigencia
extraordinaria con su labor al volante, 'Monseuir Dakar' siempre responde que
no hay una receta para ganar el Dakar, aunque a partir de hoy 12 trofeos se
exhiben en su vitrina personal en su casa alpina, a diez kilómetros de Ginebra. En este último triunfo mantuvo su habitual serenidad
primero para un trabajo exitoso en equipo para terminar la primera semana con
un podio completo de Peugeot y luego para transformarse en la carta
ganadora luego de los contratiempos de Sebastien
Loeb y el abandono de Carlos Sainz.
Tras el 'armisticio de Belén' por parte de los comisarios de
la prueba, luego de la denuncia de Mini por un supuesto repostaje ilegal en la
octava etapa, Peterhansel se encargó de administrar la diferencia sobre sus
perseguidores y arribar nuevamente victorioso a la meta de Rosario.
Leyenda, mito e ídolo era la descripción del diccionario dakariano en la entrada de
Stephane Peterhansel que, a partir de ahora suma su duodécima corona. Pero esta
vez se trata de una muy especial para el público francés porque se trata de la primera de Peugeot con un piloto local, luego del
triplete del finlandés Ari Vatanen (1987,
1989 y 1990) y de su compatriota Juha Kankkunen (1988).
¿Quién otro sería que 'Monsieur' Dakar?
Comentarios
Publicar un comentario