
Ahora, habrá que ver cómo evoluciona el caso. La demanda se ha interpuesto en Baviera, en el sur de Alemania, mientras que Volkswagen está radicada en la Baja Sajonia, en la zona norte del país. Precisamente aquel land tiene una participación del 20% sobre el grupo automovilístico alemán. Quizá después de todo, el lío de Volkswagen pase pronto a ser un asunto de Estado, más allá de la preocupación de Angela Merkel por contener el daño de cara al exterior. Problemas exteriores y ahora, también, problemas internos.
En el caso de Audi, son 2,1 millones las unidades de coches afectadas, dentro de los ya célebres 11 millones de automóviles que en todo el mundo contienen el dispositivo capaz de engañar las mediciones de óxidos de nitrógeno en Estados Unidos. Por su parte, la marca Volkswagen tiene marcados 5 millones de ellos; Škoda, 1,2 millones; SEAT, 700.000 unidades, y a esto hay que sumar 1,8 millones de vehículos de la división de Comerciales. La cuestión ahora es si SEAT y Škoda se unirán a Audi en su demanda, para acabar de perfilar la historia.

En el lado del comité de empresa de Volkswagen, Bernd Osterloh ha informado a los empleados de Wolfsburgo que las consecuencias del caso no van a repercutir en los puestos de trabajo del fabricante alemán. Al menos por el momento, según sus propias palabras. En España, está previsto que SEAT reciba una inversión de 3.300 millones de euros, mientras que Volkswagen Landaben debería recibir otros 900 millones de euros hasta 2019. Por ahora no se ha hecho público si estas inversiones serán o no consideradas absolutamente vitales por el Grupo Volkswagen, o si sufrirán retrasos o cancelaciones.
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