
Nada más recibir el encargo se pusieron manos a la obra, localizaron un 205 GTi que estuviera en el mejor estado posible de conservación y pusieron en práctica todo lo que habían estado aprendiendo en el seno de la marca. Cada una de las piezas fue desmontada y etiquetada, el tren de rodaje se revisó durante semanas y empezaron a pensar sobre qué debían hacer con el motor

Durante los dos años siguientes cada una de las piezas que forman a este pequeño deportivo fueron repasadas y reconstruidas en caso de ser necesario. El manejo y la frenada también se mejoraron con un juego de amortiguadores y muelles Bilstein y latiguillos metálicos de acero. Las reformas continuaron en el interior con una puesta al día completa y retapizando todas las piezas de tela. El resultado es un Peugeot 205 GTi digno de estar expuesto en un museo y del que sus artífices deben estar más que orgullosos.
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