Los coches actuales son,
por comparación con una década en el pasado, muy eficientes. Si conoces los nuevos motores, por
ejemplo el Turbo PureTech del grupo PSA Peugeot Citroën o el Ecoboost de Ford, comprobarás cómo cada vez gastan menos combustible, emiten menos partículas y gases
contaminantes, son más ligeros y más modulares, y no por ello son menos
potentes. El futuro de los motores es, claramente, un futuro con cada vez menos
emisiones y consumos.
Eso no implica que nos debamos despreocupar por los
consumos del coche. Que un motor sea de por sí eficiente, no quiere decir que
nosotros, conductores, gastemos menos sin esfuerzo. En el cómputo global
estaremos consumiendo menos que con otros motores, pero si descuidamos la conducción podemos ser
capaces de neutralizar esas ventajas que nos aporta el motor. Es
necesario conducir de forma responsable, y eficiente. ¿Cómo lo hacemos sin exagerar demasiado?
La eficiencia es una
cuestión de mesura y anticipación al volante
Ser eficientes es muy fácil. Basta con
controlar los pedales del coche con dulzura y circular anticipando los
movimientos de los demás conductores, y también los desniveles del terreno, o
los posibles obstáculos que se generen delante de nosotros, como un aumento de la
densidad del tráfico.
Los fundamentos de la conducción eficiente, digamos la parte práctica, ya la repasamos. Si hacemos todos esos
pasos, como el cambio de marchas cuando toca, frenar con suavidad, y demás, se conducirá de manera eficiente. La respuesta es que sí, pero con matices. La conducción eficiente debe hacerse a diario,
en cada desplazamiento, en cada viaje, siempre que se pueda, porque es un
ahorro a largo plazo.
La conducción eficiente, además, contribuye a cuidar la mecánica y las piezas
del coche siempre que no se practique mal, porque en ese caso podemos
estar forzando algo que, a la larga, derive en una avería, y posiblemente
grave. Por ejemplo, si escatimamos demasiado en las revoluciones por minuto
necesarias para cambiar de marcha, podemos cargarnos varios componentes del
coche.
La regla es no cambiar de marcha si al hacerlo, el motor vibra o da tirones. Igualmente, si necesitamos la potencia
del coche para salvar una situación de riesgo, o necesitamos adelantar a otro
vehículo más lento, no debemos dudar en reducir una marcha y acelerar con
decisión: ¡la conducción eficiente no significa circular con la menor potencia
disponible!
En resumen, practicando la conducción eficiente ahorramos dinero porque
no malgastamos combustible; ahorramos dinero porque no desgastamos en exceso
los componentes; ahorramos disgustos o sustos porque estamos más atentos a la
carretera, para poder regular nuestra velocidad y anticipar cualquier
situación. Si practicamos este tipo de conducción mal, es decir, exagerando
todos los puntos, especialmente el que se refiere a cambiar de marcha, podemos
estar maltratando el coche.
Por eso, la respuesta a cómo conducir de manera eficiente suele ser que, con que
conduzcamos sin prisas, sin movimientos bruscos, y sin pisar el pedal a fondo, pues es más eficiente reducir una
marcha, será suficiente para notar la diferencia.
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