
No consultar la
información de tráfico. Y ahí estás ahora, en mitad de un atasco. Muchas
veces son imprevisibles, pero en otras muchas ocasiones es posible evitar
quedar atrapados en un embotellamiento. Cada día antes de salir deberíamos
consultar la información de tráfico correspondiente a nuestra ruta y tener siempre alguna app que nos ayude a evitar los atascos
a mano.

Ser demasiado ambicioso. Sí,
sí, todos somos un poco culpables de esto. Sentimos que tenemos pocos días de
vacaciones y que queremos ver cuantas más cosas posibles, así que al final
acabamos planeando demasiadas cosas y kilómetros para demasiado poco tiempo.
¿El resultado? Nuestras vacaciones se convierten en horas y más horas de coche
y carretera, en estrés por hacer todo lo que habíamos planeado y en cansancio.
¡Piensa en la calidad y no la cantidad!

Ser objetivo de ladrones. A todo
el mundo le puede pasar y suele tener que ver con la mala suerte. No vamos a
decir que es tu culpa que te hayan entrado en el coche por dejar el portátil a
la vista, pero quizá lo podríamos haber evitado. Más
vale prevenir que curar y no cuesta nada meter las cosas de valor en el
maletero y dejarlas fuera de la vista.

Ser inflexible en tu
planificación. Lo mejor de viajar en coche es esa libertad que
nos da y todas las posibilidades de improvisación que nos brinda. Tener un plan
demasiado estricto, acabará con esa
libertad y hará, además, que cada imprevisto se convierta en una molestia y no
en una nueva aventura.
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