El futuro pasa,
en muchos campos, por importantes cambios
a nivel de materiales. En el automóvil, los materiales reciclables,
sostenibles, ligeros, pero a la vez resistentes y económicos concentran el
mayor foco de interés en la investigación. El futuro es una apuesta por
conseguir mejores materiales, que no penalicen al medio ambiente y que,
incluso, contribuyan a mover el coche.
Es tan decisiva la importancia de un mejor material para construir coches,
dicho así de simple, que con uno ideal podríamos reducir drásticamente las
necesidades energéticas, reducir la necesidad de mayores potencias y conseguir rendimientos
iguales o mejores que con los materiales actuales, con el acero en cabeza. Lo
bueno es que ya existe algún material así, y tiene la misma resistencia que el
acero.
Sekisui Chemical ha desarrollado
una resina que es igual de resistente que el acero, pero que
tiene mucha menos masa. Viene en dos sabores, uno que se centra en la resistencia y dureza de la pieza, que pesa
3.500 g/m2, y otra todavía más ligera que tiene algo menos de
resistencia, pero con un peso de
2.200 g/m2.
Si comparamos con el acero, que arroja 10.100 g/m2,
estamos hablando de una reducción de peso en, digamos, una carrocería, de entre un 65% y un 80% menos de peso en la
báscula, algo que es evidente que redunda en ingentes posibilidades de
aumentar la eficiencia y reducir los consumos, sin perjudicar a la seguridad.
El futuro está en los plásticos y resinas diseñados
especialmente para maximizar la resistencia, durabilidad, rigidez y a la vez
capacidad de absorción de impactos, reduciendo los pesos al mínimo. Y por si
fuera poco, un plástico no
necesita de los mismos tratamientos anticorrosión, ni
pinturas especiales, ni es tan vulnerable a la intemperie como el acero u otros
metales como el aluminio o el titanio.
El progresivo adiós al acero es
un hecho, y será la tendencia en el futuro a medio plazo, en fabricación de
coches y en muchas otras áreas de aplicación. Es la carrera, entre otras cosas,
por el medio ambiente. Hemos de conseguir coches más ligeros, sostenibles, reciclables, y a la vez durables,
resistentes y que no perjudiquen la seguridad de conductor y ocupantes.
Con estas premisas, los beneficios en motorización y gestión energética son evidentes:
aumento instantáneo de la autonomía sea cual sea el combustible, facilita el downsizing, y muchas
otras consecuencias positivas como la mencionada resistencia a los elementos.
El problema, de momento, es llegar al punto crucial de
la fabricación en masa que abarate los costes de producción. Pero como pasa con
este tipo de nuevas tecnologías realmente beneficiosas para el conjunto de la
sociedad, llegará. Puede
que tarde más o menos, pero llegará.
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