
Ocurre que esto ha servido de incentivo para que la Unión Europea acelera sus planes con este y otros asuntos relacionados con las emisiones contaminantes. Así hemos sabido que el nuevo método de homologación está programado para el mes de septiembre de 2017, pero los fabricantes van a contar con un período de adaptación hasta 2019. A esto se opone un grupo de países, encabezados por Alemania. No es que estén en contra de la idea, todo lo contrario, el tiempo les parece insuficiente, lo que nos sirve para imaginar cuán preocupantes deben de ser las emisiones reales.

En la Comisión creen que todo lo que sea clarificar la situación es vital para recuperar la confianza en la industria de la automoción europea. Como decimos, el tiempo de adaptación para los fabricantes iría hasta septiembre de 2019 e implicaría que los modelos podrían exceder hasta un 60% con respecto los niveles que establece la norma Euro 6.
Las emisiones reales son un 500% más altas

Las autoridades de aquel país se mueven en un terreno fangoso en el que se pretende por una parte limpiar la imagen del grupo Volkswagen a través del castigo que corresponda, y por otra, siguen presionando a las instituciones europeas tratando de retrasar medidas medioambientales que perjudican a las motorizaciones diésel. Este tipo de presiones políticas ya han tenido éxito en alguna otra ocasión, como por ejemplo, con el objetivo de CO2 para 2021, y bien podrían volver a funcionar.
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