El ralentí del coche es algo con lo que
vivimos todos cada vez que damos contacto. El proceso es este: entramos en el
coche, damos contacto, nos colocamos el cinturón y ya nos disponemos a salir.
Entre dar contacto y comenzar a conducir, observamos que el motor del
coche gira a unas 800 o 900 revoluciones por minuto, de forma constante, y eso
es lo que nos han dicho que es el ralentí, pero, ¿para qué sirve?
Para
empezar, el ralentí es el régimen mínimo al que el motor gira sin calarse,
y sin ayudas externas. Es decir, si no pisamos el acelerador, el motor se
mantiene en marcha indefinidamente gracias a ese
ralentí. Funciona solo en punto muerto, o con el embrague pisado a fondo. Ese
régimen constante del motor es insuficiente para mover el conjunto, pero más que
suficiente para mantener en marcha los elementos importantes del motor, hacer
que el aceite circule por su circuito y mantener los diferentes dispositivos en
funcionamiento, eso si, gastando combustible.
Por ejemplo, si encendemos el coche sin más, con todo
el resto de sistemas apagados, solo habrá de mantener el propio motor en marcha
y las diferentes bombas que reparten el aceite, el refrigerante. También
carga la batería, si lo necesitase. Sin embargo, si encendemos la radio y,
sobre todo, el aire acondicionado, el motor necesitará aumentar levemente el régimen de giro para aportar la
energía extra que
consume el aparato. Eso se hace automáticamente gracias, generalmente, a un
sensor.
La
importancia de mantener el motor a un régimen mínimo operativo es fundamental.
En los coches diésel actuales, basta seguir el procedimiento del primer párrafo
para asegurar que el motor está perfectamente lubricado con el aceite repartido para poder
iniciar la marcha inmediatamente. Los 15 o 20 segundos de ralentí que mantenemos entre que damos el
contacto y nos abrochamos el cinturón y controlamos los espejos son suficientes
para arrancar sin problemas.
Si
recordáis vuestra infancia, es probable que os acordéis de cómo había que calentar los coches de
gasolina durante
un buen rato antes de arrancar, y en ocasiones había que tirar del aire para
favorecer la combustión en el carburador. Esto ya es agua pasada, y hoy en día
los coches arrancan fácilmente, a la primera y sin poner en peligro el motor. Y
eso es, en gran parte, gracias a los sistemas de combustión modernos, y a la
presencia del ralentí, aunque la función para la que fue concebido es la de
mantener el motor operativo sin intervención externa.
Problemas
de ralentí
Cuando arrancamos el coche y notamos que petardea, vibra en exceso, o pierde fuelle es que probablemente tenemos un problema con la válvula del ralentí. Cuando
pasa esto, cuando el ralentí no se mantiene donde siempre y comienza a perder revoluciones, puede ser debido a la acumulación de suciedad en la válvula, y lo
más probable es que la cosa vaya a peor. Esto significa que llegará un momento
en que no se pueda mantener ese ralentí y pasemos de los tirones y las vibraciones,
a que el coche, directamente se ahoga y se para el motor.
Comentarios
Publicar un comentario