
Para una entrega manual, el propio vehículo localiza el paquete entre la carga al llegar al destino y lo dispensa al trabajador encargado de la entrega. Precisamente para que el vehículo pueda operar en ciudades con restricciones al tráfico con motor de combustión, la propulsión queda a cargo de un propulsor eléctrico de 75 kW ó 100 CV y 270 Nm, junto a unas baterías que permiten una autonomía teórica de hasta 270 kilómetros y una velocidad máxima de unos 120 km/h. De momento no es más que una idea pero el futuro está más cerca de lo que parece.
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