En
las grandes ciudades hay dos problemas principales que se derivan del alto
nivel de tráfico en sus calles: la contaminación del aire, y la contaminación acústica.
Las dos son graves, porque la contaminación del aire afecta directamente a la
salud del sistema respiratorio, entre otras cosas, y la contaminación acústica
enturbia nuestra vida diaria. Sin embargo, se le presta
poca atención a este tipo de contaminación y es fundamental conocer cómo se
puede mitigar.
Existen numerosos estudios sobre cómo afecta el ruido a las
vidas de las personas, y cómo reduciendo sensiblemente el nivel de ruido
durante el día y la noche, la calidad de vida mejora sustancialmente. El ruido excesivo perjudica gravemente la salud humana e interfiere con las actividades
diarias de las personas en cualquier lugar. Puede perturbar el sueño, causar
efectos cardiovasculares y psicofisiológicos, reducir el rendimiento y provocar
respuestas de molestia y los cambios en el comportamiento social. Es algo que
tiene su gravedad, y el tráfico rodado se lleva buena parte de la culpa.
El 80% de la contaminación
acústica la provoca el tráfico
Según la Organización Mundial de la Salud, uno de cada cinco europeos está expuesto a ruidos excesivos durante la noche que pueden afectar
significativamente a su salud, y de acuerdo con una publicación de la Unión Europea:
- alrededor del 40% de la población en los países de la UE están expuestos a niveles de ruido por tráfico rodado que exceden los 55dB(A)
- el 20% está expuesto a niveles por encima de los 65 dB(A) durante el día
- más del 30% está expuesto a niveles que exceden los 55 dB(A) de noche
Según un estudio de la Fundación La Caixa, el 80% de la contaminación
acústica de las ciudades tiene como culpable directo al tráfico rodado. Y es
que este tráfico genera ruido con, al menos, tres fuentes: el
ruido de rodadura de los neumáticos, el ruido de los motores, y los ruidos
generados por el claxon. Dejando, de momento, el claxon aparte, la suma de los
ruidos de rodamiento, los motores ya tenemos bastante. Y éstos aumentan si
aumenta la velocidad, y se incrementan aún más si el firme está deteriorado.
Es
por esto que cada vez existen más zonas dentro de los centros de las ciudades
donde el tráfico se regula, o incluso se elimina dando lugar a las zonas
peatonales o de tráfico restringido a reparto y vecinos, y se da cada vez
más una reducción de la velocidad máxima permitida, algo que, de por sí, reduce
la contaminación acústica de forma notable.
Nosotros, para contribuir a reducir los niveles de ruido en las ciudades,
podemos realizar varias acciones: evitar las altas velocidades y los
acelerones, elegir y montar neumáticos etiquetados con una calificación que indique bajo nivel de
ruido de rodadura y evitar usar el claxon, que está prohibido en la ciudad salvo
para evitar un accidente.
Hemos de ser conscientes de que el ruido es algo que afecta
negativamente a la salud, y es algo que está demostrado. Las
ciudades son, por lo general, ruidosas y cualquiera que viva en ellas sabe que
el tráfico es muy molesto, ya sea la calle amplia e importante, o estrecha y
poco transitada: los coches, el tráfico, se oye perfectamente dentro de casa
estemos donde estemos.
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