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El consumo y el cambio de marchas

Cuando se trata de ahorrar combustible, o de practicar la conducción eficiente, casi lo primero que nos dicen es que tratemos de cambiar de marcha lo antes posible para no subir demasiado las revoluciones del motor. En la autoescuela nos enseñan que el coche debe llevar engranada la marcha que más le conviene para circular de forma ágil, sin forzar: la más cómoda para el motor.
¿Qué significa esto? Desde el punto de vista de la autoescuela, significa que hemos de tener la mejor respuesta posible al acelerador, y no llevar el coche demasiado revolucionado, ni con las vueltas muy bajas. Debemos llevar un coche capaz de responder a la perfección y eso significa, normalmente, que esas revoluciones estén en la zona de máximo par motor. Desde el punto de vista de la conducción eficiente, a menos rpm, menor consumo de combustible.

El cambio de marchas correcto optimiza el consumo

El cambio de marchas correcto es el que minimiza el consumo de combustible maximizando las demás variables: potencia y par motor disponibles, cuidado de la mecánica, velocidad deseada, y poco más. Si cambiamos demasiado pronto, estaremos consumiendo menos, pero no tendremos ni potencia, ni par, disponibles y también podemos tener vibraciones nocivas para la vida útil del motor y componentes.
Si cambiamos demasiado tarde, tendremos más potencia disponible, pero posiblemente estemos fuera de la zona de par máximo, y además estaremos consumiendo mucho más combustible. Y ahora que hablamos de zona de par máximo, conviene saber que, más que la cantidad de par máximo, nos interesa la forma de la curva de par, y que sea lo más aplanada posible en un rango interesante de revoluciones. Fijémonos en este gráfico de un motor de una generación anterior:
De forma aproximada, entre las 2.750 y las 4.500 rpm tenemos una gran cantidad de par disponible, y de forma más o menos estable. No existen las curvas de par planas al 100% en un rango de revoluciones por minuto, pero sí existen las aproximadamente planas. Cuando veamos en un gráfico una meseta totalmente plana, debemos saber que están ofreciéndonos una aproximación. Dicho esto, vemos que el rango de rpm donde el motor va a funcionar mejor es en el mencionado, pero no significa que funcione mal fuera de él.
Para optimizar el consumo y también las prestaciones, deberíamos mantenernos cerca de esa zona de máxima eficiencia, y eso lo conseguimos gracias al cambio de marchas. Si, por ejemplo, nos empeñamos en mantenernos en las 2.000 rpm para consumir menos, no solo estamos utilizando una fracción pequeña de la potencia del coche, sino que el par será también muy bajo, y un motor no funciona perfectamente con el par tan alejado de su zona óptima.
Es por esto que no todos los coches deben manejarse de la misma forma. Si hablamos de utilitarios, lo más normal es que si son diésel podamos manejarnos sin problema entre las 2.000–2.500 y las 3.000–3.500 rpm, y sin problemas nos referimos a que operaríamos en un rango de gran eficiencia, y sin gastar combustible en exceso. 
De todos modos, un truco para cambiar de forma cercana a lo óptimo es escuchar el motor: si suena forzado conviene estirar más las marchas.

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