Que los coches sean cada vez más inteligentes implica multitud de ventajas y también, multitud de amenazas. Para que tu información personal sea utilizada sin que te des cuenta, puedes aceptar condiciones de privacidad sin leer, permitir que todo el mundo conozca tu localización, almacenar tus fotos más personales en una nube susceptible de ser hackeada, o comprar un coche inteligente.
La CNN se ha hecho eco del caso de Charles Henderson, investigador en IBM que ha descubierto que aún puede controlar el coche que vendió hace años desde su teléfono móvil. Henderson probó con otras grandes cuatro firmas, y todas ellas cuentan con apps que permiten a antiguos propietarios acceder a los vehículos que ya han vendido. Esto incluye acceder a la localización exacta, controlar el volante y los pedales hasta el cierre centralizado. Una pequeña muestra de lo que el Big Data esconde.
La herencia de los coches de segunda mano
El coche es muy inteligente, pero no lo suficiente como para saber quién es su dueño ni a quién ha sido vendido, afirma Hernderson. Las aplicaciones que las firmas automovilísticas crean para controlar los coches inteligentes tienen usos desde abrir el coche con el móvil, tocar el claxon y encontrar la ubicación exacta del vehículo. Henderson y su equipo probaron a hackear un Chrysler para demostrar lo que se puede llegar a hacer por control remoto: girar el volante, cerrar el coche, pisar el freno y el acelerador.
Lo más preocupante es que para poder tomar el control del vehículo, ni siquiera es necesario estar en la misma ciudad. Aunque Henderson eliminó toda su información personal del sistema del vehículo antes de venderlo, durante años ha podido controlarlo. Esto ocurre porque solo el fabricante original puede ver quién accede o no al cerebro del coche y manualmente eliminar a alguien de la app. Un reseteo no elimina el acceso móvil, únicamente borra los datos que se almacenan en el coche, pero siguen existiendo en una nube a la que otros pueden acceder.
Un poder de procesamiento inimaginable
Cuando compras un coche, cedes el control de tus datos a la empresa automovilística; aunque digan que no venderán la información sin el consentimiento del dueño, legalmente no están obligados a comunicártelo si lo hacen. La información que procesan estos vehículos se genera continuamente, profundizando en los modelos predictivos para hacer más rentables las marcas. Esta recopilación masiva de datos promete un tráfico más fluido, menos llamadas a revisión, métodos de financiación más efectivos y maquinarias más precisas.
Según informa Dallas News, los datos de la industria automovilística podrían valer de 450.000 millones a 750.000 millones de dólares en 2030. Así de valiosas son nuestras vidas. Con el Big Data, se cuantifica en números de dos dígitos el retorno de la inversión en publicidad y promociones, que son los dos gastos más importantes en las marcas.
El concepto que engloba al manejo y procesamiento de grandes cantidades de datos, para aprovecharlo para determinados fines, es lo que suele denominar Big Data o tratamiento masivo de datos, que se define como un concepto que hace referencia al almacenamiento de grandes cantidades de datos y a los procedimientos usados para encontrar patrones repetitivos dentro de esos datos. Los vehículos ya no sólo reciben información, también la emiten. Podemos leer las noticias mientras el vehículo se comunica con su entorno para intercambiar información acerca del tráfico.
Es lo que se denomina C2C: Comunicación Car To Car. El siguiente paso es el C2I: Comunicación Car to Infraestructure. Es el caso del servicio de mapas Here, que utilizará junto a Intel, Audi, BMW y Daimler la información que emiten los sensores de a bordo de los coches para planificar rutas, prever el estado del tráfico y compartir la información con otros vehículos. Los conductores compartirán vídeos sobre accidentes o atascos, peligros potenciales como carreteras en mal estado, condiciones meteorológicas adversas, límites de velocidad o sitios para aparcar.
¿Protege la legislación al propietario?
Las leyes federales en Estados Unidos estipulan que las cajas negras que almacenan datos sobre accidentes de tráfico no pueden ser usadas por la policía y las aseguradoras sin consentimiento. Sin embargo, no hay leyes que protejan la información que almacenan las marcas de los usuarios. ¿Cómo usan tu información?
Dependiendo de la empresa, pueden convertirla en notificaciones o alertas acerca de un fallo en el vehículo, para enviarte publicidad o para mejorar su producto. Las aseguradoras podrían pedir a los conductores que se dejen monitorear para saber de qué forma conducen: si llevan cinturón, si respetan los límites de velocidad o si aceleran demasiado rápido. Esta información podría hacer que se encarecieran los seguros para determinados tipos de conductor o por el contrario, podría beneficiarlos.
Un estudio de la consultoría Mckinsey sobre el Big Data reveló que un 55% de sus encuestados estaría dispuesto a dejar que su vehículo rastreara su localización y la transmitiera anónimamente para permitir al fabricante mejorar la próxima generación del vehículo. Un 24% respondió bajo ninguna circunstancia. Veinte compañías, incluyendo GM, Toyota, Ford, Hyundai y Mercedes-Benz, han firmado un acuerdo que se hará efectivo este año en el cual necesitarán permiso antes de compartir información sobre la localización, salud o su comportamiento con terceras partes.
Sin embargo sí pueden usarla sin consentimiento para emergencias o investigación interna de la empresa. En España, la Ley Orgánica 15/1999, de 13 de diciembre, sobre Protección de Datos de Carácter Personal no permite que las empresas cedan los datos para fines distintos a los acordados a terceros sin su consentimiento. Que nosotros sepamos, claro.
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