El fabricante japonés Takata se ha declarado culpable formalmente ante un tribunal de Detroit de defraudar a compañías de automóviles y a ciudadanos estadounidenses por instalar airbags defectuosos en unos 42 millones de vehículos en Estados Unidos. El acuerdo establece que pagará 850 millones de dólares a los 19 fabricantes que instalaron sus airbags en automóviles, y abonará otros 125 millones a las víctimas.
Horas después de la declaración, The New York Times ha publicado una demanda en la que se afirma que al menos cuatro fabricantes sabían durante años que los airbags de Takata eran peligrosos, pero siguieron usándolos para ahorrar costes. Las alegaciones se centran en Honda, que lo ha negado y en Ford, Nissan y Toyota, que aún no se han pronunciado. También menciona a BMW.
Los fabricantes, ¿víctimas o cómplices?
El documento muestra información interna de Ford, Nissan, Toyota y Honda indicando que instalaron los airbags Takata en sus vehículos entre los 90 y principios del 2000 a pesar de conocer el defecto mortal que hacía que los dispositivos se fracturaran al entrar en funcionamiento y agredieran a los ocupantes del coche. Honda se ha defendido siguiendo la misma línea de argumentación que usó en 2015: Takata no colaboró de forma estrecha con la NHTSA, en referencia a los retrasos en que incurrió el proveedor a la hora de facilitar información sobre el problema a la agencia de seguridad estadounidense.
El fabricante llegó a un acuerdo el pasado 13 de enero por el que se comprometía a abonar 1.000 millones de euros en multas y compensaciones, tras reconocer el fraude. Ayer formalizó su declaración de culpabilidad en Detroit. Tres antiguos altos ejecutivos de Takata, Shinichi Tanaka, Hideo Nakajima y Tsuneo Chikaraishi, están acusados de fraude electrónico y conspiración para cometer un delito y ahora el fabricante japonés busca apoyo financiero.
En un principio, la multa iba a ascender a 1.500 millones de dólares, pero el juez federal ha considerado que con esa suma el fabricante entraría en bancarrota y no podría hacer frente a las compensaciones y las susticiones de los millones de airbags mortales. El pasado verano, The New York Times ya publicó informes en los que se indicaba que los fabricantes de coches, lejos de ser las víctimas de la negligencia de Takata, habían presionado a sus proveedores para anteponer los costes sobre todo lo demás.
Ese informe se centró en General Motors, que no está incluido en el último caso a pesar de que los agobados demandantes dijeron que emprenderían acciones legales contra la compañía. Al menos 16 personas han fallecido a causa de los dispositivos, la mayoría en vehículos Honda. El coste total de sustitución de todos los airbags se estima que ascenderá a 7.600 millones de dólares.
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