Con 1.500 CV de potencia y una velocidad máxima anunciada de 420 km/h, el Bugatti Chiron llega al Salón de Ginebra con la firme intención de ser el coche más rápido del mundo. Y de ser muy rentable para el grupo Volkswagen. Y es que de las 500 unidades que fabricará, un tercio ya están vendidas.
Con un diseño que la marca ya nos había dejado intuir con el Vision Gran Turismo, el Chiron innova en otros apartados, aunque tanto por su estética como su mecánica, es inevitable pensar en que se trata de un Veyron bajo anabolizantes y muy enfadado.
Estructura 100 % en fibra de carbono
Con 4,54 m de largo, 2,04 m de ancho y 1,21 m de alto, el Bugatti Chiron es similar en dimensiones al Veyron. La batalla por ejemplo, es tan sólo 1 mm más larga en el Chiron que en el Veyron. Estéticamente, también recuerda indudablemente al Veyron, especialmente de perfil. De frente, los grupos ópticos le dan una mirada agresiva a la vez que un tanto extraña. La zaga, por su parte, se caracteriza por un único grupo óptico cual rayo de luz transversal en lo que es un enorme extractor de aire que funciona en conjunción con los difusores inferiores.
El desarrollo del Bugatti Veyron se retrasó varios años porque refrigerar el W16 sobrealimentado era un rompecabezas. Con el Chiron, viendo la zaga, está claro que optaron por una solución mucho más pragmática. Tampoco es que tuviesen muchas opciones, habida cuenta del motor que equipa.
Se trata de una evolución del W16 8.0 litros del Veyron que equipa, entre otros, 4 nuevos turbos, un colector de admisión en fibra de carbono, 32 inyectores, escape en titanio y un sistema de refrigeración completamente rediseñado. Cada minuto pasan por el motor y los intercoolers el equivalente a 60.000 litros de aire y 800 litros de agua.
Esta nueva versión del W16 eroga 1.500 CV a 6.750 rpm y entrega la barbaridad de 1.600 Nm de par máximo disponible desde 2.000 rpm hasta 6.000 rpm. Para pasar toda esa fuerza al asfalto, la caja de cambios de doble embrague y 7 relaciones ha sido reforzada, así como la tracción integral que incluye un diferencial trasero controlado electrónicamente con la función torque vectoring y que envía par a la rueda con mejor adherencia.
Prestaciones de otro mundo
Por si aún no te has quedado impresionado, Bugatti anuncia un 0 a 100 km/h en 2,5 s; un 0 a 200 km/h en 6,5 s y el 0 a 300 km/h en menos de 13,6 segundos. Y eso en un coche que pesa la friolera de 1.995 kg. Claramente, el peso se debe en gran parte a la central nuclear que lleva en posición central. El Chiron estrena un monocasco integralmente en fibra de carbono.
El chasis cuenta ahora con una suspensión adaptativa y una dirección electromecánica, mientras que el conductor tiene a disposición cinco modos de conducción que actúan sobre la gestión de las suspensiones, dirección, motor y aerodinamismo: Lift, Auto, Autobahn, Handling y Top Speed. En cuanto a la velocidad máxima, el Chiron repite las dos velocidades máximas, en función de la llave utilizada, como en el Veyron. En modo normal, la velocidad máxima es de 380 Km/h, pero si usamos la segunda llave, la velocidad máxima será de 420 km/h. ¡Y aún así está limitada electrónicamente!
Para detener semejante misil, equipa discos de frenos carbocerámicos de 420 mm delante y 400 mm detrás con pinzas de 8 pistones, delante, y 6 pistones, detrás. Bugatti anuncia un 100 km/h a 0 en 31,3 metros y un 200 km/h a 0 en 125 metros; para detenerse por completo desde los 300 km/h necesitaría 275 metros. Después de todo ese despliegue de cifras un tanto absurdas, sólo queda admirar el enorme trabajo de ingeniería que hay detrás del coche y de artesanía al ver el interior.
Está versión, como decía, también ha de ser rentable para el grupo Volkswagen. A 2,4 millones de euros la unidad, los analistas de Bernstein estiman que Bugatti ganará con la producción del Chiron un mínimo de 1.200 millones de euros. Debería ser más, pues solo se ha tomado en cuenta el precio de base del coche, sin opciones ni las series limitadas que venderán más caro. Porque puedes estar seguro que las habrá.
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