
Visto con la perspectiva que da el tiempo, es posible que los diseñadores del C4 Cactus estuvieran como una regadera, sí, pero no más que los precursores del Citroën 2 CV o del Citroën Méhari. Y, lo más importante en los prosaicos tiempos que corren, en dos años los de Citroën han conseguido que esa locura de sus diseñadores se contagie a 150.000 compradores de 51 países. Dulce locura, por tanto, para la marca del doble chevrón. Y para la industria española.

Los componentes de este vehículo le llegan de todo el país, y el 86% de su producción se destina a exportación. Sus principales mercados están en Francia, Reino Unido y los Países Bajos, y el C4 Cactus también es, hasta cierto punto, profeta en su tierra. Con 12.000 unidades vendidas en 2015 y más de 2.000 en lo que va de año 2016, los chicos de Citroën están más que satisfechos.
La importancia de ser diferente incluso a uno mismo
El tirón del C4 Cactus se puede encontrar repartido entre varios polos. De un lado, está la cuestión estética. Es diferente a todo lo demás. Los Airbump son el elemento crucial para marcar esa diferencia. Es sabido que quien golpea primero, golpea dos veces, y eso hace que el C4 Cactus sea el único modelo que se puede permitir, a día de hoy, lucir placas de poliuretano termoplástico en los laterales, a modo de protección. Si lo hiciera cualquier otro, se vería demasiado descarada la copia.

Finalmente, está la cuestión de la identificación entre el coche y su propietario. Concha Caja, responsable de Comunicación de Citroën España, lo explica con una sencilla pero acertada paradoja: El C4 Cactus es diferente a todos los demás, pero también es diferente a sí mismo. ¿En qué sentido? Quizá el de las combinaciones de color sea el más evidente.

Si añadimos a esto los dos posibles colores para las barras de techo, los siete stickers, el techo cerrado o panorámico, la banqueta entera o partida, los tres motores de gasolina, los dos diésel y las dos cajas de cambio disponibles, rápidamente llegamos a la afirmación de Citroën, según la cual cada C4 Cactus es único, personal e intransferible.

De hecho, la gestión de la producción por medio de un completo ERP que tira del pedido para ordenar referencia por referencia cada punto de la fabricación, es vital en un modelo que, siendo diferente, apuesta por que esta diferencia continúe dando alegrías a la planta de Villaverde y a todas las empresas auxiliares que dan vida al Citroën C4 Cactus.
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