
Incluimos las llantas en el lavado normal que describimos, pero podemos trabajarlas más específicamente. Si están muy sucias antes de remojar para proceder a su lavado se pueden rociar con un limpiallantas específico y aquí sí que hay que prestar especial atención a la calidad del producto, porque corremos el riesgo de estropearlas para siempre si éste es muy agresivo.

Se aplica con una toalla de microfibra, se deja secar el tiempo determinado y se retira el sobrante también con una toalla de microfibra, así evitamos que se incruste la suciedad. Huye de los productos en spray que sólo dejan una capa brillante y grasienta porque lo único que hacen en ennegrecer la llanta en cuanto huelen el polvo de las pastillas y obligarte a limpiar las llantas en profundidad a los pocos días.
Los adornos también hay que cuidarlos

Las zonas de plástico rugoso al igual que los antiguos paragolpes de fibra, van perdiendo el color con el tiempo y se van aclarando. Para evitarlo existen productos específicos que los protegen de los rayos solares y mantienen su color. También hay restauradores para cuando ya están dañados, pero los resultados no son milagrosos y con el tiempo vuelven a clarear.

Después se seca también con microfibra y si está un poco mate podemos utilizar un pulimento especial para plásticos, si no es el caso, pasamos directamente a aplicar un acondicionador para plásticos que los mantendrá brillantes y protegidos. Ojo, hablamos de faros en buen estado, no completamente mates o incluso amarillentos.
No hay coche limpio con cristales sucios

Los cristales también se pueden pulir, con esto conseguimos eliminar la suciedad que se ha incrustado en los arañazos y que sean menos visibles. El proceso es similar al de la carrocería sólo que el pulimento es específico para cristal y, en algunos casos, puede ser necesario el uso de agua destilada para retirarlo cuando ya lo hemos extendido, frotado y dejado actuar.
Y claro, también se sellan, con un resultado todavía más apreciable que en la carrocería y no porque se vea, sino por lo las ventajas que aporta. Un cristal bien sellado repele el agua, así que mejoramos la visibilidad al conducir bajo la lluvia. Además permite que los limpiaparabrisas funcionen de forma más suave y efectiva, pero también evita que la suciedad se incruste en el cristal.

Después se retira con la toalla humedecida en agua destilada, se aplica el sellante utilizando papel desechable y se deja actuar. Llega el momento de retirarlo con agua destilada y una toalla de microfibra. Ya tenemos el cristal perfectamente sellado para un buen tiempo.
El interior es todo un mundo

Lo normal es un limpiador neutro rebajado con agua y una toalla de microfibra, con esto nos vale hasta para dar un repaso a la tapicería si no hay nada extraño. En el caso de algún tipo de mancha rebelde, ya debemos buscar un producto específico. Y si la tapicería es de piel, lógicamente hay limpiadores específicos o limpiamos con ese mismo producto y luego damos otra pasada de protección con uno para piel.
Para los huecos pequeños es recomendable contar con un cepillo pequeño de cerdas suaves, como por ejemplo para zonas complicadas como los pulsadores de los elevalunas, manillas de las puertas o las rejillas de ventilación. Para las alfombrillas y superficies enmoquetadas nuestra herramienta será un cepillo más grande y duro. Y mucho más duro será el que elijamos para dejar los pedales limpios como el primer día.

Con todos estos pasos que hemos explicado en esta pequeña guía tendremos un coche limpio y protegido por dentro y por fuera. No se trata de hacer todo esto cada semana, lo bueno es que con una o dos veces al año el resto de lavados son más fáciles de realizar gracias a los selladores que hemos aplicado. Lo que está claro es que esto del detailing requiere un tiempo de dedicación y que te guste, si no tienes tiempo o no te gusta mejor dejas el coche en manos de profesionales.
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