
Seguro que has visto alguna
vez una serie de fotografías espía de
los coches que se están probando en algún lugar del mundo, bien a la vista de
todos pero con sus formas tapadas con una pintura muy especial, que cubre toda la carrocería e impide que se vean con claridad los
detalles de su diseño. A primera vista, parece que no esconden mucho, pero en
realidad es un camuflaje muy útil
para tapar sin ser demasiado recargado y que proviene del mudo militar.
Es,
normalmente, una pintura blanca con líneas
negras, que cubren parte de esa pintura blanca. Hay que
remontarse hasta los tiempos de la Primera Guerra Mundial para saber por qué se
utiliza hoy en día para camuflar los coches. Su nombre técnico es pintura de deslumbramiento o camuflaje
Dazzle. Su principio es muy sencillo: el contraste entre el blanco y el
negro hace que el
ojo humano y, sobre todo, el objetivo de una cámara no pueda fijarse en los
detalles.

Este
camuflaje ha ido pasando otros campos de la vida civil, como a la automoción.
De hecho, gracias a la aparición de cámaras digitales, en las que hay
autoenfoque, los fabricantes han sido precavidos y han incorporado desde hace
años este sistema para confundir al ojo ajeno que busca hacerse con los
detalles de sus modelos.
El enfoque automático funciona buscando las condiciones óptimas de
iluminación, así que al registrar los patrones blancos y negros
no es capaz de calibrar correctamente y no puede enfocar correctamente. Muchos de los detalles del coche
quedan desenfocados y es incapaz de registrarlos
correctamente.

Pero
quizá el sistema más eficaz y el más
sencillo sea
utilizar este tipo de patrones de color blanco y
negro que molesta
tanto a la cámara como al ojo humano y ayuda a los fabricantes a que sus
modelos más nuevos, esos que todavía no están preparados para que los veamos,
puedan circular
por las calles para
probar sus especificaciones técnicas.
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