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El gasto del aire acondicionado

Ya estamos en verano, ha llegado el calor, y en España lo notamos pero a base de bien. Hacer un viaje en plena tarde, o volver al coche después de haberlo dejado aparcado al sol, puede suponer poco menos que una lipotimia por el calor que puede llegar a acumularse dentro del coche, como si fuera un invernadero.
Hoy en día son muy pocos los coches que no equipan aire acondicionado, o cualquier variante tecnológicamente similar, se llame como se quiera llamar: climatizador manual, climatizador automático, climatizador electrónico, climatizador bizona, trizona, cuatrizona. En esencia nos referimos siempre a una máquina de frío. Vamos a ver brevemente cómo funciona, y sobre todo, cuánto gasta.

Coger aire caliente, enfriarlo e introducirlo en el habitáculo
A estas alturas ninguno debería sorprenderse si le decimos que el aire acondicionado consume energía, o en otras palabras, en un coche consume gasolina o gasóleo. Son caprichos de la física, y de la termodinámica en particular, pero para hacer un trabajo no queda otro remedio que consumir energía.
El aire acondicionado o climatizador de un coche, no deja de ser una máquina de frío que, gracias a varios elementos mecánicos y a un gas que cambia de estado, consigue enfriar el aire, y a la vez filtrarlo y deshumidificarlo. O mejor dicho, consigue retirarle el calor al aire, ya sea el propio aire del interior del habitáculo, cuando el climatizador está en modo de recirculación, o el aire exterior, en modo normal.
Un aire acondicionado funciona mediante la compresión mecánica de una sustancia que cambia de estado, de gas a líquido, o en otras palabras, el gas refrigerante del circuito. Se realiza un proceso cíclico que se repite y repite y repite mientras el aire acondicionado esté encendido. Los elementos fundamentales, de manera resumida y sencilla, son:

  • El compresor, que aspira el gas refrigerante y lo comprime, o sea, lo somete a presión, por lo que sube su temperatura.
  • El condensador, el gas comprimido pasa a este elemento, que es básicamente un radiador, o esencialmente un serpentín, se condensa, de ahí su nombre, y pasa a estado líquido. Este radiador está en contacto con el aire exterior. El líquido está más caliente que el aire y le cede calor.
  • Válvula de expansión, el líquido comprimido pasa en un instante a tener mucho más volumen cambia a estado gas y se enfría todavía más.
  • Evaporador, el gas frío pasa por otro radiador, en contacto con el aire que va al interior del habitáculo, y recoge su calor. El aire se enfría y se impulsa con el ventilador a través de las rejillas de aireación del salpicadero. El gas vuelve a comenzar el ciclo hacia el compresor.

¿Cuánto consume?
Pues bien, comprimir un gas cuesta trabajo y ese trabajo recae sobre el compresor. El compresor se acopla al giro del motor, mediante correa, y cuando tiene que hacer trabajo lo hace gracias a la fuerza del motor del coche. Pero claro ese trabajo termina recayendo sobre el propio motor, y si tiene que hacer más trabajo, más esfuerzo, que si estuviera moviéndose solo, sin el lastre del compresor, entonces consume más. Por tanto, el aire acondicionado aumenta el consumo del motor. En general se considera que el consumo puede subir entre un 5% y un 20%. Esto puede ser en la práctica entre un par de décimas y un litro a los cien, como mucho. De hecho para ser más correctos, para el aire acondicionado habría que hablar más bien de un consumo a la hora, por el tiempo que está funcionando el compresor.
Lo cierto es que cuanto más caliente esté el aire del interior del coche, cuanto más caliente esté el aire del exterior del coche, y cuanto más baja sea la temperatura de consigna, es decir, la temperatura que programemos nosotros mismos en los mandos del aire acondicionado o del climatizador, más trabajo tiene que hacer el aire acondicionado y mayor será el consumo de energía. Lo normal con un aire acondicionado moderno es que el compresor se apague y desacople automáticamente en cuanto ya no es necesario seguir enfriando el aire, y se vuelva a encender cuando es necesario. 

Cuanto menos tiempo esté funcionando el compresor, menos consumo. Si la temperatura inicial del interior del coche es de 40 grados centígrados, y queremos bajar la temperatura a 25 grados, obviamente necesitaremos menos tiempo que si la queremos bajar a 18 grados. Como el compresor del aire acondicionado, cuando funciona, sobrecarga un poco al motor del coche, es normal también que se note una ligera disminución de las prestaciones, ya que el motor no gira solamente para hacer girar las ruedas, sino también para hacer girar el compresor que tiene que hacer el trabajo de comprimir el gas.
Así que aunque el motor siga teniendo la misma potencia, a las ruedas le puede llegar un poco menos. Se suele considerar que el aire acondicionado quita entre 2 y 15 CV aproximadamente, depende de cada sistema, de cada coche y del esfuerzo que esté haciendo el compresor. Normalmente esto se nota más en los motores pequeños y poco potentes, pero a partir de 110 o 120 CV, se nota poco. En los coches modernos cuando se pisa a fondo el acelerador demandando máxima aceleración, se suele desconectar el compresor temporalmente de manera automática, para no poner en apuros al conductor. En los coches stop-start, salvo que el compresor sea eléctrico, este se apaga cuando el motor se para en una detención.
¿Aire acondicionado o ventanilla?
Puesto que el aire acondicionado consume energía y aumenta el consumo de combustible, ¿no sería más interesante no encenderlo y bajar la ventanilla para que corra el aire y se refresque el habitáculo de manera natural? Pues sí, y no, depende. A lo largo de los años se han hecho diferentes pruebas en laboratorio, sobre rodillos y con ventilador para simular la resistencia aerodinámica, y también en circuito, y se ha visto que depende de la velocidad a la que se mueva el coche.
El aire acondicionado más o menos va a consumir casi lo mismo circulemos a la velocidad a la que circulemos, pero la ventanilla no. Un coche tiene una determinada aerodinámica. Cuanto más aerodinámico es el coche, menor resistencia experimenta al avance a través del aire, y por tanto menos consume. Al bajar la ventanilla resulta que empeoramos la aerodinámica del coche. O en otras palabras, entra el aire y nos frena, de manera parecida a como se frena un paracaídas. Esta mayor resistencia implica que el motor tiene que hacer más trabajo, es decir, más esfuerzo, para hacer lo que estaba haciendo, mover las ruedas y que el coche siga avanzando, así que tiene que consumir más.
Lo que sucede es que el efecto de la aerodinámica sobre el consumo es exponencial, varía con el cuadrado de la velocidad. A baja velocidad la ventanilla bajada aumenta poco la resistencia aerodinámica, y el consumo aumenta también poco, pero a alta velocidad aumenta mucho la resistencia, y entonces sí que aumenta el consumo. En general se ha visto que a partir de unos 80 o 90 km/h el efecto de la ventanilla es tanto peor. Así que por ciudad se puede ir con las ventanillas bajadas, consumiendo un poco menos que si lo hiciéramos con el aire acondicionado encendido, pero por autopista, a 120 km/h, es mejor llevarlas cerradas, pues se consume menos utilizando el aire acondicionado.
Como en tantas otras cosas, ir con la ventanilla bajada o con el aire acondicionado puesto es también una cuestión de gustos personales. Un buen consejo, cuando regresamos al coche y nos lo encontramos como un horno, es bajar un poco las ventanillas durante los primeros minutos, a la vez que encendemos el aire acondicionado, para que el aire caliente se vaya por corriente de convección natural, y ayudemos a que sea más eficaz el aire frío que impulsa el aire acondicionado. Después de unos minutos las cerramos, y listo.

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