Uno de los altos ejecutivos de Volkswagen ha tenido que cambiar el traje y la corbata por un uniforme de presidiario y unas esposas para testificar en una corte federal en Detroit. Oliver Schmidt, que fue detenido hace un mes por el FBI por conspiración en el fraude de emisiones de la firma alemana, se enfrenta a 11 cargos criminales. De ser acusado de los cargos, se podría enfrentar a una pena de 169 años en prisión. La relación laboral actual de Schmidt con Volkswagen se desconoce; en el momento de su detención el pasado mes de enero, los fiscales reflejaron en el sumario del caso que aún seguía trabajando para la firma. El directivo seguirá en prisión en Miami ante el alto riesgo de fuga que existe, pero su abogado ha pedido el traslado a Milán.