En la vida
todo evoluciona según pasa el tiempo, desde las cosas más insignificantes,
hasta lo más complejo y de difícil entendimiento. La historia demuestra que el
correr de los años conlleva a cambios importantes, algunos para bien y otros
para mal. La tecnología y la ciencia van tomadas de la mano, y juntas caminan
hacia lugares inesperados. Todo tiene un principio, un porqué, un de donde
salió y sobre todo, quien lo creó.
En el mundo automotriz hay miles de detalles que se han creado y conforme
van pasando los años van mejorando; ¿quién se iba a imaginar que los primeros
vehículos conocidos en la historia fueron de fabricación eléctrica? o ¿quién se
imaginó que tal vez el propio Leonardo da Vinci pudo ser el inventor de la primera caja de
cambios? Con certeza, la mayoría de nosotros quedamos impresionados tras
descubrir casos que han revolucionado la industria automotriz. Esta vez le
tocó el turno a unos dispositivos de vital importancia que, en cierta manera
salvaguardan nuestras vidas cuando conducimos nuestros vehículos, bien sea de
dos o cuatro ruedas. El primer dispositivo en cuestión es el famoso faro.
Origen del faro
Cuenta la
historia que en los primeros tiempos no existían lo que hoy conocemos como
luces de neón, xenón y pare usted de contar. Cuando empezaron a aparecer los
primeros vehículos se hizo totalmente necesario dotarlos de iluminación
delantera; todo aquello representó un gran boom para los habitantes del
planeta, conducir una de estas máquinas era un gran sueño hecho realidad.
Aunque de día conducir era muy placentero, en la noche las cosas cambiaban, la
oscuridad hacia mella en aquellos con problemas en la visión y sobre todo, se
hacía muy complicado conducir por aquellas carreteras, en especial los caminos
de tierra.
Algunas marcas decidieron pensar y buscarle solución a esta
problemática y se inventó el primer faro, que era iluminado con una mecha y
aceite, ya que todavía faltaba incluir a la electricidad en estos aspectos.
Aunque no lo crea, al principio funcionó, pese a que la visibilidad nocturna
era muy complicada.
En el año de
1907 ya se habían diseñado las luces intermitentes, pero antes de eso ya se
conocían las luces de bombilla, importantes pero que no ofrecían buena
iluminación nocturna; en 1939 se vio aparecer en los coches de la época las
luces intermitentes, algo que para muchos no era considerado una buena idea.
Años más tarde, en 1962 se presentaba en Europa las lámparas halógenas, las
cuales se han mantenido en los diferentes modelos hasta nuestros días.
Se dice que para la segunda guerra mundial, Francia diferenció a sus ciudadanos
de los coches enemigos, y para esto utilizaron luces o faros de color amarillo.
Para el año
1991 se innovó en la iluminación y la empresa alemana BMW introdujo por primera
vez en su modelo serie 7 las primeras luces de xenón en el mundo. Luego de
esto, muchas otras empresas acogieron la idea y poco a poco introdujeron en sus
creaciones los famosos faros y en el 2001 se consiguió que las luces de largo
alcance también fueran de xenón y esto dio paso a los nuevos faros bi-xenon.
Finalmente llegamos a las famosas luces LED, que en primera instancia el Lexus
modelo LS600H las utilizo para funciones de cruce y posición. Finalmente el
Audi R8 fue el vehículo que utilizó las luces LED para todas las funciones del
coche.
Stop o luces de freno
En el principio las luces de freno no existían y lógicamente era complicado
saber cuándo un vehículo iba a detenerse; lo mismo sucedía cuando un carro
intentaba girar a otra dirección ya que las intermitentes tampoco existían.
Quien iba a imaginar que la persona que creó la idea de las luces de freno fue
una actriz de la época, una dama con mucho dinero, coleccionista de vehículo, y
en sí, amante de todo lo que a automóviles se refería. Florence Annie Bridgwood de
origen canadiense y nacida en el año de 1886 fue actriz y modelo, pero también
una gran amante de todo lo que se movía a cuatro ruedas. En todos sus años de
coleccionista, Florence se dedicó a buscar la manera de mejorar todo lo que
contenían sus vehículos.
La historia
cuenta que la actriz disfrutaba conduciendo sus coches en cualquier vía o
carretera. En su afán por sus carros, ella intento realizar modificaciones en
sus vehículos por considerar que eran poco avanzados. En ese ínterin de tiempo,
Florence inventó algo que revolucionaria el mundo, algo que servía como luces
de stop e intermitentes. Los carros de antaño, poseían en sus parachoques unas
especies de palancas que, al apretar un botón, estas varas indicaban hacia qué lado
seguiría. En el caso de los frenos pasaba algo similar, en lugar de los
pequeños brazos, cuando se presionaba el freno se desplegaba una especie de
cartel detrás de vehículo que simplemente decía stop. Aunque Florence fue la
responsable principal de ambos dispositivos tal vez en medio de la emoción, se
le olvido patentar su invento y fue así como los demás fabricantes le copiaron
en modelo e inventaron nuevas alternativas.
A pesar de
su gran historia, años más tarde y pese a contar con una buena fortuna,
Florence falleció, y algunos historiadores dicen que murió en la ruina tras
gastarse gran parte de su dinero. Sin embargo, pese a su desaparición física,
la joven canadiense nos dejó lo que puede ser uno de los elementos más
esenciales en lo que respecta a seguridad vial, en este caso las luces
intermitentes y las luces de freno. Su aporte será siempre un gran paso
adelante, y con mucha suerte, seguirá a lo largo de muchos años más.
Por lo
visto, aprendimos otra gran lección sobre el origen de unos elementos de vital
importancia. Pronto volveremos con más historias sobre otros elementos o piezas
que forman parte importante de nuestros coches y que de alguna manera son casi
imperceptibles para nuestros ojos.
Comentarios
Publicar un comentario