
Ese argumento se hizo tan famoso que acabó acuñándose el término de Defensa Núremberg cuando los responsables de algún delito lo utilizan para defenderse. Uno de los últimos en hacerlo ha sido James Liang, que ha sido condenado a 40 meses de prisión por diseñar el software de Volkswagen que mentía sobre sus emisiones de gases. Él solo seguía órdenes: ¿le exime eso de la culpa?
Una condena ejemplar

El objetivo de la sentencia es claro como el propio Cox explicaba: la idea era enviar un mensaje a la industria para que directivos e ingenieros se lo pensasen dos veces antes de volver a engañar a reguladores y consumidores. Los jefes de Lian le encargaron a él y su equipo que desarrollara un nuevo motor diésel con ciertas especificaciones para comercializarlo en Estados Unidos. Al no poder cumplir con los requisitos de emisiones del país norteamericano, Liang y sus subordinados desarrollaron un software que detectaba cuándo estaba pasando un test de emisiones para activar el sistema de control que se desactivaría durante la conducción normal. Siguió órdenes, y eso acabó siendo su condena.
El argumento

El argumento ha sido también utilizado en diversas películas, y uno de los ejemplos más famosos lo tenemos en Algunos hombres buenos, con un caso análogo en el que los acusados simplemente seguían órdenes. Allí se debatía sobre esa obligación moral a discutir esas órdenes, que tanto en la película como en los casos comentados no impidió que los acusados cometieran el delito.
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