El Salón de Frankfurt pasará a la historia como uno de los puntos de inflexión en la industria de la automoción hacia las energías limpias. Dentro de este contexto llega el Mercedes-Benz GLC F-Cell, un SUV que se ganará a pulso su lugar entre los coches respetuosos con el medio ambiente.
Y no es una afirmación baladí, porque se trata de un vehículo que se postula como el primer híbrido entre la motorización eléctrica enchufable tradicional y la pila de combustible. Combinando energía eléctrica en modo tradicional con la vanguardia del motor de hidrógeno obtenemos como resultado una hibridación nunca antes vista en el mercado y que ha llevado más de dos años de desarrollo a la marca alemana.
EQ Power: doblemente eléctrico
Este nuevo SUV ecofriendly se aloja bajo las siglas CASE que determinan las características principales de los próximos modelos de Mercedes-Benz de aquí hasta 2022. Coches que responderán a directrices claras: conectados, autónomos, servicios compartidos y eléctricos. Mercedes-Benz lleva años desarrollando una tecnología de hidrógeno independiente y el GLC F-Cell es el fruto de su experiencia. Precisamente este tipo de tecnología es uno de los pilares sobre los que Daimler quiere asentar su futuro y para conseguirlo ha desarrollado un motor de hidrógeno compacto pero con buenas capacidades.
Tanto la unidad de almacenamiento de hidrógeno como el motor han sido desarrollados por NuCellSys, empresa subsidiaria de Daimler, aunque la tecnología utilizada nace de la Automotive Fuel Cell Cooperation, una joint venture conjunta con Ford para el desarrollo de esta tecnología específica. Esta nueva generación toma la tecnología de pila de combustible aplicada en el Clase B F-Cell que lleva en el mercado desde 2010 y la mejora para conseguir un consumo similar pero con un 40% más de producción de energía y un tamaño un 30% inferior, pudiendo alojarse por completo bajo el capó y utilizando incluso los mismos puntos de anclaje al chasis que en los motores térmicos.
Adicionalmente, el uso de platino en la pila de combustible se ha reducido un 90% para tener un coste de producción inferior sin poner en riesgo ni a las prestaciones ni al medio ambiente. En realidad el Mercedes-Benz GLC F-Cell es un coche de preproducción que anticipa la versión definitiva inminente, y ya en esta configuración equipa dos depósitos de 700 bares con carcasas de fibra de carbono con capacidad para albergar un total de 4,4 kg de hidrógeno, suficientes según la marca para recorrer de forma autónoma 437 km. El tiempo de recarga en una hidrogenera se estima de en torno a tres minutos.
Combinando de manera inteligente esta tecnologías con la de los híbridos enchufables obtenemos un resultado capaz de enfrentarse con cero emisiones a desplazamientos cotidianos del día a día y con la posibilidad de afrontar además largas tiradas por carretera sin repostar. Lo mejor es que a la hora de parar a echar combustible, el hidrógeno acorta notablemente los plazos de recarga. El apartado puramente eléctrico, al estilo de los híbridos enchufables tradicionales, consigue recorrer 49 km extra gracias a la energía almacenada en un paquete de baterías de iones de litio con una capacidad de 13,8 kWh.
Estas baterías se recargan al mismo tiempo a través de la energía producida con el hidrógeno, en movimiento con las medidas regenerativas o conectándola a un enchufe. El tiempo de recarga de 0% a 100% es de 1,5 horas con los cargadores on board de 7,2 kW. Estos dos aportes de energía dan como resultado el primer coche doblemente eléctrico que llegará de forma inminente a los mercados. Ambas fuentes alimentan un motor eléctrico que produce 200 CV de potencia y 350 Nm de par motor que a través de la gestión inteligente determina, en función de la eficiencia, de dónde tomar la energía necesaria para conseguir el movimiento.
El alojamiento de los nuevos componentes ha sido uno de los mayores retos para los ingenieros alemanes. Las baterías se han colocado bajo el piso del maletero mientras que para el hidrógeno hay dos tanques, uno colocado bajo la banqueta trasera y el otro dispuesto en posición longitudinal en la posición que ocuparía el árbol de transmisión ahora ausente. Lejos de convertirse en un modelo más con el que cumplir la papeleta de los show car, el Mercedes-Benz GLC F-Cell es un coche que cumple con los más altos estándares de calidad y, sobre todo, seguridad típicos de la marca. Todos los componentes del sistema híbrido han sido probados para resistir en caso de accidente sin suponer ningún peligro, con hasta 40 pruebas de choque en múltiples escenarios térmicos.
Así funciona el GLC F-Cell
La parte sencilla ya la conocemos. Por un lado la pila de combustible extrae la electricidad del hidrógeno almacenado al hacerlo reaccionar con el oxígeno, por la otra es una batería recargada/recargable la que entrega la electricidad directamente al motor. Lo complicado es hacer que estas dos soluciones trabajen de manera conjunta y Mercedes-Benz lo ha logrado después de analizar 8,5 terabytes de datos.
La electrónica desarrollada para este modelo en particular utiliza un potente cerebro digital que analiza en cada momento qué uso le estamos dando al vehículo para decidir de dónde toma la energía destinada al motor, cuándo recarga la batería o cómo hace que los dos sistemas funcionen a la vez sin repercutir en ningún momento sobre el confort de los ocupantes.
Dentro de su funcionamiento, la pila de combustible de Mercedes-Benz cuenta con varios modos de conducción seleccionables por el conductor: Eco que prima un bajo consumo, Comfort que mantiene un rendimiento lineal del motor y de la climatización y Sport que optimiza el tren híbrido para sacarle el máximo provecho a la mecánica.
Conocido por fuera, innovador por dentro
Exteriormente no encontraremos demasiadas diferencias con respecto a un GLC normal más allá de los emblemas específicos, llantas aerodinámicas de 20 pulgadas, inserciones en azul eléctrico en la parrilla, taloneras y paragolpes trasero, parachoques específicos en ambos extremos y unas líneas grises en los laterales. Las suspensiones utilizarán unos amortiguadores convencionales en el eje delantero y suspensión neumática en el trasero que se ajusta automáticamente para compensar el exceso de carga sobre el eje trasero al mismo tiempo que minimiza las vibraciones y aporta una mayor estabilidad minimizando los movimientos de la carrocería en curva.
Por dentro el habitáculo utiliza un asiento trasero un poco más alto para dejar espacio al tanque de hidrógeno de mayor tamaño y los acabados han cambiado con nuevas inserciones de madera de poro abierto y nuevas formas, además de tapicerías de lana y lino. El cuadro de mandos pasa a ser completamente digital con una pantalla configurable de 12,3 pulgadas y una consola con otra pantalla de 10,25 pulgadas en el centro del salpicadero. Las funcionalidades del GLC F-Cell se gestionan a través de un nuevo mando multifunción táctil con reconocimiento de escritura que adelanta cómo serán los interfaces de Mercedes-Benz para los nuevos modelos. Además, también dispondrá de reconocimiento de voz Linguatronic y Comand Online.
La climatización se realiza igual que en un coche convencional, equipando de serie pre-climatización y asientos y espejos calefactables. Cuando hay que tirar de calefacción el sistema puede calentar el habitáculo tirando del calor desprendido por la pila de hidrógeno para reducir el consumo eléctrico. Por otro lado este nuevo modelo también incluye las últimas tecnologías de la marca estrenadas en el Clase E y más recientemente en el Clase S como el control de velocidad inteligente Distronic, el asistente de mantenimiento de carril, detector de ángulo muerto, cámara de aparcamiento de 360º o reconocimiento de señales.
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