Cuando una marca de coches lanza un nuevo modelo, los chicos de marketing y comunicación se devanan los sesos para conseguir que su nuevo producto llame la atención todo lo posible. El color que se elige para los coches que protagonizarán campañas de comunicación y publicidad son en muchos casos factores a tener en cuenta si quieres alcanzar el éxito visual.

Pensados precisamente para eso, para llamar la atención, nos referimos principalmente a colores llamativos que se salen de lo común sea la década que sea. Los hemos visto de todo tipo, pero principalmente suelen ser colores claros.
Los colores claros son mejores para este tipo de cosas por una sencilla razón, y es que con ellos se definen mejor las líneas maestras de la carrocería, las formas que tiene ese producto que nos tiene que encandilar con sólo mirarlo.

Y en esto de los colores de los coches, como en la moda, también hay tendencias. Hace unos cuantos años ningún director de marketing de una gran marca de coches aceptaría una campaña publicitaria protagonizada por coches blancos, salvo que el producto tuviese como target los taxistas de Madrid o se tratase de una campaña de un vehículo industrial, tradicionalmente blancos.

También ha habido épocas en las que los colores metalizados se han utilizado como reclamo publicitario, sobre todo porque el color en si mismo suponía una novedad añadida al propio nacimiento del modelo. Por suerte parece que la fiebre por metalizar el coche ha terminado, ahora son otras las tendencias que se llevan en los departamentos de marketing.
¿Colores de moda? No sobre mi coche

Se me ocurren infinidad de ejemplos de coches con colores muy llamativos, que casi siempre se ven sobre los catálogos pero que en la calle brillan por su ausencia. Hablo por ejemplo de los Porsche 911 de color amarillo, un básico en cualquier dossier de las diferentes generaciones del 911, pero un rara avis por las calles.

Sin pasar las fronteras de España tenemos ejemplos también llamativos, como el SEAT Ibiza Cupra de primera generación, que destacaba en las carreteras y en los rallyes por su característico color amarillo casi fosforito.
En ocasiones, el buscar ese vínculo entre el mundo de la competición y el mundo de los coches reales, esos que se venden en los concesionarios, ha llevado a las marcas a apostar por campañas protagonizadas por coches con colores que no necesariamente tienen que entrar por los ojos al gran público que nada sabe de competición.

Son simplemente eso, coches nacidos por y para el marketing. Aunque ahora que lo pienso y miro justo aquí arriba, es una pena que de algunos no se vendan más unidades.
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