
Durante las próximas semanas hablaremos de un aspecto esencial de los coches que vemos a diario: el color de la carrocería. Como la decisión de compra se fundamenta en aspectos económicos y prácticos, pero también en cuestiones emocionales, al final tenemos que acabar hablando de coches y colores.
¿En función de qué parámetros emocionales elegimos uno u otro color? Un inciso: un parámetro emocional no es la practicidad del color blanco porque la roña se disimula mejor que en el color negro. A eso lo podemos llamar de muchas maneras, pero no es un criterio en el que influya la emoción, más allá de sabernos felices porque podremos tener el coche más tiempo sin lavarlo, que hay a quienes esta circunstancia les produce una emoción positiva.

Es decir, que nos guiamos por patrones emocionales, aunque algunos, en mitad de la batalla dialéctica por conseguir el coche a nuestro acomodo, los disfracemos de practicidad con el fin de llevarnos el agua a nuestro molino. Lo cual no deja de ser una cuestión meramente emocional, claro.
El color del coche, elemento emocional

En el primer grupo encontramos esos mensajes que hablan estrictamente del producto y lo vinculan a unas cualidades, de manera que el comprador pueda reconstruir el argumento de venta a partir de algún detalle. En el segundo grupo de mensajes, los implicativos, la creatividad se pone al servicio de la gestión de las emociones cuando se trata de estimular la compra.

Claro, que en esto de la elegancia hay un componente cultural que va por encima de lo meramente emocional. Si hablamos de cómo se conciben los coches en China, seguramente su idea de la elegancia no casará con la nuestra. ¿Desde cuando, bajo nuestra perspectiva occidental, es más elegante un coche que parece decorado con lentejuelas que unas tibias inserciones en colores negro o titanium?
Sin embargo, no todo es cultural. También hay algo de biología, en esto de los colores de los coches. Mejor dicho, en esto de los colores en general. Por poner un ejemplo paradigmático que glosó el psicoterapeuta suizo Max Lüscher, el rojo es el color que más llama la atención, y eso se debe a una cuestión biológica.
De hecho, este color representa una puerta a la capacidad del individuo para reaccionar en general a los estímulos externos, en palabras de Lüscher este color es el medidor de la excitabilidad emocional. Abundando en otros ejemplos de colores y las emociones que transmiten por lo general.

Así que quizá esta sea, en el fondo, la razón por la cual hay quien ve un enorme atractivo en el color de determinado coche, y le inspira unas emociones, mientras que el tipo que tiene a su lado experimenta todo lo contrario.
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