Giovani Pamio. Después de que las autoridades efectuasen varios registros, ese es el nombre del primer detenido y puesto a disposición judicial por la Fiscalía de Múnich a consecuencia del escándalo de emisiones cometido por Volkswagen. Pamio, quien ocupaba el puesto de responsable de desarrollo en los motores de Audi y habría sido uno de los responsables del fraude, actualmente se encontraba en excedencia desde el pasado mes de septiembre.
No hace falta que te estrujes mucho la memoria para recordar que allá por 2015 se destapó un pufo sin precedentes cuando salió a la luz que el Grupo Volkswagen estaba introduciendo en sus coches dispositivos capaces de falsear los niveles de emisiones cuando detectaban que se les estaban realizando las mediciones.
Pamio no es el primero, pero sí es una pieza clave
Este en realidad no es el primer detenido, pues Oliver Schmidt ya fue arrestado por el FBI hace unos meses, pero sí es uno de los personajes más importantes dentro de todo el entramado creado para hacer la trampa, ya que desde el año 2006 era el encargado de dirigir al equipo de ingenieros que desarrollaban los sistemas de control de emisiones, y más concretamente los destinados al mercado de EE.UU. A sus 60 años de edad, Pamio ha sido acusado formalmente de fraude y publicidad desleal, cargos a los que habrá que sumar los aún más graves presentados por la justicia estadounidense ante el tribunal de Detroit: conspiración y violación de leyes medioambientales americanas.
Giovani Pamio tenía la misión de crear un motor de bajas emisiones conforme a la exigente legislación de Estados Unidos. Al fallar, ordenó el desarrollo e implementación de los conocidos software de manipulación en los coches del grupo. Varios correos de algunos compañeros de Pamio datados en 2008 le advertían de lo problemático, inaceptable e ilegal de estos dispositivos, subrayando que serían imposibles de certificar en Estados Unidos. En cualquier caso, y lejos de las advertencias, lo que esas comunicaciones revelaban es que en Audi eran conscientes de la existencia del software de manipulación desde hace casi 10 años, contradiciendo su postura anterior de que lo conocían desde 2014.
Un escándalo de proporciones globales
Sólo en España se estima que el fraude afecte a unos 60.000 usuarios de las diferentes marcas del grupo que, finalmente, sí podrán reclamar según ha aprobado la Audiencia Nacional. A escala global, el problema afecta a millones y tiene una magnitud mucho mayor puesto que los vehículos del grupo afectados hay que sumar las posibles ramificaciones de otros 700.000 afectados en General Motors, Daimler y Bosch. Que por cierto, Bosch es presuntamente otro de los grandes culpables sobre quien aún no se ha pronunciado la justicia. Los cientos de miles de coches afectados en EE.UU., recomprados y amontonados en campas que podrán ser puestos a la venta ya los puede colocar bien de precio VAG tras su compra, puesto que se prevén aún más multas que los 4.300 millones de sanción impuestos en EE.UU., que podrían ascender a 20.000 millones de euros en Francia.
Y no sólo eso, toda esta vorágine judicial a consecuencia de la pillada se ha llevado por delante los puestos de trabajo de decenas de miles de empleados de Volkswagen y el recorte de una ya interminable serie de proyectos tanto deportivos como técnicos, incluso planteándose la venta de Ducati. Ahora, y con la sana intención de mejorar su imagen, el conglomerado alemán se ha visto obligado a acelerar la transición hacia los modelos híbridos y eléctricos, reforzando su faceta más verde y tratando de ganarse de nuevo la confianza de sus clientes. Aunque mirando las cifras de ventas, con 5.114 millones de euros de beneficio en 2016 parecen que no les ha pasado demasiada factura.
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