Estamos al borde de dar un paso de gigante en la automoción. Dentro de sólo unos pocos años los vehículos eléctricos tendrán más peso que los de combustión. El futuro es así, guste o no, pero en esta transición iremos perdiendo poco a poco algunos conceptos muy de cuñado, igual que se pierde el refranero popular.
Frases manidas hasta la saciedad, conceptos de mecánica de autoescuela utilizados como mantras o ideas de televenta acabarán por quedarse aparcadas sin mayor importancia que aquellos comentarios de barra de bar.
El ralentí
La llegada de los coches eléctricos va a suponer un cambio tan grande en el mundo de la automoción que de la noche a la mañana se va a cargar algo tan primigéneo de los motores de combustión como el ralentí. Esa fuerza sobrenatural que mantenía nuestro coche encendido a un régimen constante sin pisar el acelerador y sin engranar ninguna velocidad. Sencillamente va a desaparecer porque un motor eléctrico no necesita estar arrancado para comenzar a funcionar. O bueno, su ralentí es de 0 revoluciones por minuto.
Cambiar correas de distribución
Cada 100.000 km, cada 120.000 km o cuando me lo recuerden en el taller. Si hay un factor en el que los eléctricos son unos claros vencedores por KO absoluto en su lucha contra los motores de combustión es sin duda el del mantenimiento. Los propulsores que queman combustible están muy evolucionados, pero aun así tienen una cantidad ingente de piezas móviles susceptibles de ser mantenidas, reparadas y/o sustituidas para evitarnos costosísimas sorpresas.
Un eléctrico en cambio reduce hasta una cantidad absurdamente baja sus mantenimientos y lo mejor de todo es que el desgaste de sus piezas es irrisorio. De unos 450 ó 500 euros de gastos mensuales trabajando con un coche convencional, los taxistas que han confiado en un eléctrico han reducido sus gastos a sólo unos 100 euros aproximadamente. Puede que actualmente su precio de adquisición sea más elevado que un coche convencional, pero el ahorro en mantenimiento es un gran punto a su favor que cada vez cobra más importancia.
La gasolinera más barata
Todos hemos entrado en el combate dialéctico de conocer cuál es la gasolinera más barata de nuestra zona. Siendo el repostaje una operación cotidiana, buscar aquella estación de servicio en la que ahorrarnos algún céntimo por litro supone un ahorro considerable a final de mes en las economías familiares. Pues eso se acabó, al menos de momento que por cada 1.000 km recorridos un eléctrico gasta 20 euros de energía. Más adelante habrá que mirar con lupa el precio del kW en las electrolineras y, si a caso, la procedencia más o menos verde de la electricidad que vayamos a consumir. Con el tema de las subidas de precio cuando demandemos más kW ya veremos qué pasa.
¿Es mejor el aceite mineral o sintético?
¿De dónde venimos? ¿Adónde vamos? ¿Qué aceite le echo a mi motor? ¿Cuál es la mejor graduación? Todas estas preguntas y muchas más quedarán relegadas para la nave del misterio de la automoción cuando los coches eléctricos sean la norma general. Tan sencillos y eficientes son los motores impulsados por electricidad que ni siquiera necesitan de una lubricación adicional para minimizar el rozamiento, porque apenas hay más allá de unos pocos puntos muy concretos. Se acabó eso de ir con la garrafa de Total atada con un elástico en el maletero y revisar el nivel con la varilla antes de cada viaje.
El embrague
Embragues que funcionan con conjuntos monomasa de toda la vida por un lado, embragues que funcionan con modernos conjuntos bimasa y un nexo de unión en los kit de conversión de bimasa a monomasa. El gran cisma de los embragues está ahí, es una realidad. Los eléctricos llegarán antes o después, y acabarán con esta lucha de poderes infinita entre durabilidades ínfimas y costes de reparación desorbitados. ¿Por qué? Porque no hay discos de embrague que se desgasten. Conflicto resuelto.
Filtros e inyectores
La supresión de cualquier tipo de combustión para la extracción de energía que mueva las ruedas de nuestro coche en el futuro no sólo hará que el aire esté más limpio, también creará entornos menos ruidosos. Aparte de menos motores atronando la ciudad. Otra operación de mantenimiento más o menos común es la utilización de aditivos para limpiar los inyectores de combustible, innecesario en la tecnología eléctrica.
Las pastillas de freno
Si no usas las pastillas de freno acabarán por cristalizarse, es un comentario que ya hemos escuchado. Otra de las grandes diferencias entre un coche de combustión y un eléctrico es que los eléctricos utilizan las frenadas para generar energía con la que recargar sus baterías. Un freno motor que consecuentemente reduce considerablemente la utilización del equipo de frenos.
Escándalo de emisiones
De las empresas nos mienten con los consumos homologados, hemos pasado a las empresas mienten a las autoridades con las emisiones. El pitote que se ha montado durante los últimos años salpicando a un gran número de marcas que han utilizado ciertas triquiñuelas para rebajar sus niveles de emisiones en los procesos de homologación ha llegado a su cúlmen con Volkswagen.
Lo cierto es que nadie nos asegura que las empresas vayan a dejar de mentir y posiblemente la autonomía y el consumo de kW sean las nuevas promesas electorales de cada nuevo modelo eléctrico, pero bueno, al menos no matarán con sus partículas cancerígenas.
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