
El acuerdo, no exclusivo, mejora la asociación estratégica entre Volvo Cars, propiedad de Geely, y Uber anunciada en agosto de 2016 y también marca un nuevo capítulo en la convergencia de los fabricantes de automóviles y las compañías de tecnología ubicadas en Silicon Valley. Volvo quiere convertirse en proveedor mundial de servicios de viajes compartidos y Uber poner a funcionar su flota de taxis sin conductor lo antes posible.
La primera flota comercial y autónoma de Uber

A su vez, el sistema de conducción autónoma que se utilizará en estas unidades, y que aún no se han construido, está siendo desarrollado por el Grupo de Tecnologías Avanzadas de Uber. Los vehículos estarán, previsiblemente, disponibles a través de la aplicación Uber para recoger pasajeros sin conductor, y dejarían de pertenecer a los conductores autónomos que trabajan para la compañía ya que serán propiedad de Uber. Volvo quiere dejar claro que se trata de un acuerdo no exclusivo: es el primer paso para la fabricación en masa de vehículos autónomos a escala.

La plataforma de viajes compartidos ha estado probando automóviles prototipo Volvo durante más de un año, con controladores de seguridad en el asiento delantero para intervenir si falla el sistema de conducción automática en ciudades y Estados como Tempe, Pittsburgh y Arizona, donde tuvo que retirar su flota de coches autónomos hace unos meses tras ser expulsados previamente de San Francisco. Y recordemos que hay competencia: Ford se ha asociado recientemente con Lyft para desarrollar vehículos autónomos que se conecten con su aplicación móvil, aunque de momento pondrán al volante a conductores humanos y no a máquinas.
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