Un año más
tarde, sin faltar a su cita habitual desde hace un lustro, Sébastien Ogier y Julien
Ingrassia se subían a lo más alto del podio del Rally de Monte-Carlo.
Los dominadores del Mundial de Rallyes durante los últimos cinco años volvían a
comenzar una temporada más como líderes y lejos de pensar en que en Suecia deberán
volver a abrir pista, la pareja francesa lucía la mejor de sus sonrisas, sabedores que
este año ha empezado de forma distinta a pesar de conseguir el mismo
excelente resultado. Fue una victoria
de nuevo, con Ott
Tänak y Jari-Matti Latvala escoltándole en el podio, aunque en un orden
distinto al anterior y con el estonio ahora enfundado en los colores de Toyota.
Ogier e Ingrassia también se alzaron con cuatro scratchs, mientras que Thierry
Neuville fue el encargado un año más de encabezar la lista de pilotos con más
victorias parciales. Sin embargo, el resultado para el belga también volvió a ser
más que decepcionante a pesar de enmendar la plana en el último
tramo. Fueron muchas
las similitudes respecto a la edición del Rally de Monte-Carlo 2017, sin embargo,
este año la sensaciones eran
completamente distintas para Sébastien Ogier. El francés ya conoce su
Ford Fiesta WRC. Ya no son esos dos desconocidos a los que les tocó aliarse
durante la pasada temporada para cumplir los sueños de Malcolm Wilson. Esta vez
sí, el pentacampeón tiene un coche que se asemeja a lo que él busca y además es
consciente de que la aportación técnica y económica por parte de Ford Performance le
respaldará en el largo camino hacia el que puede ser su sexto
entorchado intercontinental.
La sonrisa, rodeado de los suyos y con la
tranquilidad de haber hecho el trabajo ya durante su primera temporada en
M-Sport, nos hacen presagiar que volveremos a ver una versión muy parecida a la
mejor por parte de Ogier. No ha cambiado
la maldición
que parece perseguir a Hyundai Motorsport en la cita monegasca. El
año pasado perdieron el rally en el último tramo del sábado, en esta ocasión,
lo tenían ya perdido en el primero del sábado. De poco sirvió la remontada a la
desesperada de Neuville cuando el belga decía adiós a cualquier opción en el
primer tramo del jueves y en el inicio de la etapa del viernes. Thierry es
perfectamente consciente de que Ogier no suele cometer errores, él
mismo lo sufrió en sus carnes en 2017, y que cada fallo que cometes
significa partir en desventaja frente a él. Nos quedamos con las ganas de ver
de qué hubieran sido capaces Andreas Mikkelsen y Dani Sordo.
De nuevo el cántabro estaba en la
lucha por el podio en Monte-Carlo, logrando tiempos que le hubieran
permitido estar en la batalla con Latvala y Lappi, sin embargo, una salida de
pista cuando estaba atacando le dejaba fuera. Complicado de explicar,
especialmente en un rally en el que es muy difícil saber sin splits si vas
demasiado lento o si estás yendo demasiado rápido. Las criticas
públicas de Alain Penasse fueron simplemente innecesarias y desaforadas.
Sólo el quinto puesto final de Neuville después de superar sobre la campana a
Evans y Lappi, pudo en parte salvar el fin de semana de una Hyundai que
parece confirmar el potencial que se le presume. En Suecia están prohibidos los
errores si no quieren comenzar en una posición muy desfavorable.
Los que sí
realizaron un gran inicio fueron sin duda los hombres de Toyota GAZOO Racing.
Únicamente ese
error de Esapekka Lappi en la Power Stage pudo quitar algo de
brillo a un comienzo esplendoroso de la marca nipona y el Toyota Yaris WRC, con
las novedades aerodinámicas frontales, sigue siendo el coche más estable en
frenada de todo el plantel. Destacar sin duda el debut de Tänak. Para mantener
la tónica, el estonio sigue siendo el mismo piloto descarado que el año pasado
ya le dio algún susto a Ogier y ha confirmado que, además de su rápida
adaptación a Toyota, también está dispuesto a no respetar ningún tipo de vitola
de líder de equipo por parte de Latvala.
Estaba anunciada
una debacle por parte de Citroën Racing y la mejor noticia para la firma de los dos
chevrones fue el scratch en la Power Stage de Kris Meeke, algo que demuestra que siguen
siendo referencia sobre asfalto, y que terminaran los dos C3 WRC. Meeke sigue
siendo el mismo, mientras que Breen se vio superado en esta ocasión por el
propio rally. El irlandés, después de terminar quinto el año pasado con el
Citroën DS3 WRC de la anterior generación, aquí se vio claramente sobrepasado,
en parte por los
problemas de frenos que le retrasaron el viernes, ya que tuvo que frenar
el coche durante dos tramos con el freno de mano, con todo lo que eso conlleva, y poco más pudo hacer que terminar la prueba sin afectar más al escueto
presupuesto de Citroën para este año.
En cuanto al
polémico WRC
All Live, está claro que el concepto es bueno, pero falta pulirlo mucho.
Si hace cinco años nos hubieran dicho que íbamos a estar viendo todos los
tramos en directo y con una cobertura especifica de cientos de horas en una
temporada, no nos lo hubiéramos creído. Sin embargo, Red Bull se ha propuesto
de una vez por todas el sacar el máximo jugo al campeonato y esta
nueva iniciativa sin duda ayudará a conseguirlo. Obviamente los
fallos técnicos han sido desquiciantes este fin de semana, aunque también en
parte comprensibles debido a la difícil orografía de las especiales por las que
se disputa el Rally de Monte-Carlo, así como por su cruda meteorología. Las voces
elegidas son expertas, las nuevas incorporaciones no
han desentonado y se puede seguir la competición.
Algo más difícil
de comprender son los fallos del nuevo cronometrador. A la anterior empresa,
los españoles de SIT, fueron prácticamente lapidados por problemas que no siempre
estaban bajo su control. El
estreno de los nuevos responsables australianos ha supuesto un silencio de radio durante todo el fin de semana prácticamente inadmisible. Lejos de solucionarlo
en la web oficial a mano, poniendo los tiempos y las clasificaciones oficiales al modo tradicional,
se limitaron a pegar la pantalla del cronometraje oficial únicamente con los
splits y un mensaje de disculpa. Así desde luego no.
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