La crónica de una muerte anunciada que era la triste historia de Takata y sus airbags defectuosos ha llegado a su previsible fin. Takata se ha declarado en bancarrota como consecuencia última de un problema de credibilidad que le ha costado una gran crisis de confianza a prácticamente todos los fabricantes de automóviles del mundo.
Según ha explicado la agencia Kyodo, el Consejo de Administración de Takata se va a someter a tutela judicial con el objetivo de reestructurar su deuda, que supera los 8.000 millones de euros. La medida afecta también a la filial norteamericana TK Holdings. Takata ha sido suspendida en bolsa, tras el desplome vivido en el índice Nikkei durante las últimas semanas.
La mayor bancarrota jamás vivida en Japón
Las enormes deudas contraídas por Takata para hacer frente a las cuantiosas sanciones y compensaciones que se le han impuesto han supuesto la puntilla para una firma que, desde 2013, ha ido atravesando una de las peores situaciones que puede pasar una empresa, a raíz de un problema de seguridad mal llevado desde la raíz. Cuatro años después de las primeras llamadas a revisión, se han contabilizado 17 muertes y más de 150 víctimas por heridas debido al defecto del disparador de airbags Takata. La de Takata ya se considera la mayor bancarrota sufrida por un fabricante en Japón.
El problema de Takata afecta a una de las piezas que forman parte del activador del airbag. Cuando el vehículo choca en un siniestro vial de manera que el airbag entra en funcionamiento, la pieza defectuosa del activador del airbag se rompe de una forma no prevista por sus diseñadores, fragmentándose en pequeños trozos metálicos que, una vez que se impulsan con la fuerza del dispositivo pirotécnico, se convierten en una peligrosa metralla que causa graves daños a las personas.
El nitrato de amonio es un compuesto químico fuertemente oxidante, y muy utilizado en la industria y en el terreno militar como explosivo de detonación controlada. Este compuesto fue hallado como factor implicado en el defecto de los disparadores de Takata. Una vez detectado el fallo, la gestión del problema por parte de Takata fue un problema en sí mismo. Medias verdades entre el fabricante de componentes y sus clientes, los fabricantes de automóviles, curiosos relevos en los despachos de la compañía y una oleada de llamadas a revisión que suponía prácticamente rehacer toda la producción han sido los vértices de esta historia a lo largo de los últimos años, sin que el horizonte parezca claro de cara a los próximos tiempos.
La firma japonesa venderá a la estadounidense Key Safety Systems gran parte de sus activos, por ejemplo los que tienen que ver con la fabricación de cinturones de seguridad. En cuanto al resto, se reorganizarán para continuar fabricando repuestos con los que sustituir los disparadores defectuosos. Los que parece claro a ojos de los analistas, sin embargo, es que Takata, como tal, acabará desapareciendo.
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