Durante décadas, o siglos, las economías locales han tratado de autoprotegerse a través de medidas como los aranceles. En un mundo cada vez más globalizado esto ya no tiene sentido. Las alianzas y los acuerdos representan el futuro de la economía global, y Europa y Japón han cerrado uno de los acuerdos más importantes de la historia reciente.
Las dos potencias mundiales han llegado a un pacto para crear un espacio comercial común, libre de tasas adicionales. Entre otras consecuencias, esto significa que los coches japoneses dejarán de estar gravados con el 10% adicional y las piezas de recambio ya no tendrán un incremento del 3% sobre su precio.
Un acuerdo para favorecer la economía libre regulada a nivel global
Tal y como informa Automotive News, de una parte el bloque de 28 naciones europeas y del otro la tercera economía a nivel mundial, pretenden conformar el espacio de economía libre más grande del mundo. Este marco fue decidido en el pasado mes de julio pero es ahora cuando el texto legal que condicionará el futuro de la economía a nivel mundial está saliendo a la luz. Shinzo Abe afirmaba que la UE y Japón unirán sus manos para crear una zona económica libre, justa y regulada que será un modelo para la economía internacional del siglo XXI.
En lo que a la industria automovilística respecta, parece que todo apunta a que la leyenda urbana que reza los coches japoneses son caros puede tener los días contados, o al menos reducidos en un 10%. Sin duda puede ser un gran impulso para las marcas niponas afincadas en Europa, pero también una vía rápida de acercamiento a los consumidores finales que podrán disfrutar de coches japoneses a un precio sensiblemente inferior.
A cambio de la reducción en los aranceles sobre los coches que lleguen del país del sol naciente, Japón eliminará el sobrecoste del 30% y del 15% que se aplica a los quesos y vinos europeos respectivamente, permitiendo además que se incremente la cantidad de carne porcina y bovina procedentes de la UE. Además también se abrirán las licitaciones públicas de Japón a empresas del viejo continente. El siguiente paso de la Unión Europea está en Sudamérica, donde quieren tener un nuevo acercamiento durante la reunión de la Organización Mundial del Comercio a lo largo de esta misma semana.
La intención es que México y Mercosur se sumen de algún modo a la iniciativa estrenada con Japón. Aún quedan flecos que deben negociarse como los Tribunales de Comercio que la UE pretende poner como árbitro en disputas comerciales y que a Japón no acaba de convencer, pero Cecilia Malsmstom apuntaba que es el acuerdo más grande negociado nunca por la UE. Pero además comentaba que es un pacto que manda un poderoso mensaje en defensa de un comercio libre basado en un marco legal global. Quizá no era la intención, pero esto parece un recado con dirección al otro lado del charco.
La economía mundial contradice a Trump
Y es que Donald Trump se ha convertido en el máximo defensor del proteccionismo a ultranza desde su llegada a la Presidencia de los Estados Unidos de América. Entre sus primeras medidas anunció un plan revolucionario del que no se salvó ni la NASA, inició una cruzada contra las medidas de la Agencia de Protección Ambiental y anunció que se ha acabado el asalto al sector automotriz estadounidense. Por el camino, Trump ha declarado la guerra a los vehículos limpios desterrando los programas de apoyo que incluso la Casa Blanca estaba promoviendo y a cualquier fabricante que produjera sus vehículos fuera de las fronteras norteamericanas.
En teoría, esto es para promover el mercado de trabajo americano y el desarrollo de mejores coches bajo la bandera de las barras y estrellas. Trump pretende dinamitar el acuerdo NAFTA que incentiva el comercio entre Estados Unidos, Canadá y México, algo a lo que buena parte de la industria automotriz estadounidense se ha mostrado en contra. Incluso General Motors, el conglomerado representado por Mary Barra que aplaudió inicialmente las propuestas proteccionistas. Mientras Trump rema en una dirección, la economía global lo hace en el opuesto. Por desgracia Trump no parece de esos hombres que reconocen sus errores y cambian de opinión.
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