El escándalo de las emisiones de CO2 de algunos modelos de Volkswagen, y de otros modelos del grupo, estalló hace ya unos años. Pero no fue hasta ahora que el New York Times descubrió que diez monos estuvieron encerrados en una habitación de un laboratorio y obligados a respirar los humos de un diésel. El experimento formaba parte de la campaña del fabricante alemán en Estados Unidos en la que contrataba a científicos para llevar a cabo estudios que pudiesen demostrar que el diésel es respetuoso con el medio ambiente. Los científicos que participaron en el estudio no sabían que el Volkswagen Beetle utilizado equipaba el software que permitía hacer trampa en las pruebas de emisiones.
Los detalles de este experimento llevado a cabo en Albuquerque en 2014 se hicieron públicos en una demanda contra Volkswagen en Estados Unidos, explican en The Times. Los diez macacos en cuestión, una especie habitualmente utilizada en ensayos clínicos, simplemente estaban en una habitación viendo dibujos animados. En otra sala, un Volkswagen Beetle en un banco de rodillos simulaba una conducción normal mientras los gases de escape eran enviados dentro de la habitación de los monos. El estudio no arrojó una conclusión determinante. Vamos, que no sirvió para nada. Y es que la contaminación, especialmente la de los NOx, no es exclusivamente culpa del diésel.
Sin embargo, no fue hasta 2015 que Volkswagen reconoció el uso de un software que le permitía hacer trampas en las prueba de emisiones. El software en cuestión equipó 11 millones de coches diésel del grupo VAG en todo el mundo. El llamado Dieselgate ha costado hasta ahora 30.000 millones de dólares, según Reuters. También ha provocado la detención de ocho personas, entre ellas James Liang, el ingeniero que diseñó el software, condenado a más de tres años de cárcel. Y por último ha hecho que Volkswagen se pusiese las pilas con la electrificación de sus coches para lavar su imagen.
Un estudio financiado por Volkswagen, Daimler y BMW
Ahora bien, Volkswagen no es la única responsable de lo que parece un ensayo de lo más grotesco. El estudio fue realizado a petición del European Research Group on Environment and Health in the Transport Sector cuya financiación provenía de Volkswagen, Daimler y BMW. Fue fundado en 2007 cuando los fabricantes alemanes, especialmente Volkswagen, se preparaban para comercializar sus modelos diésel en Estados Unidos. Entonces ya no era un carburante que gustaba a los estadounidenses y las restricciones en emisiones eran más severas que en Europa. Este instituto cerró sus puertas en 2017 debido a la controversia suscitada por su trabajo.
El estudio realizado en Albuquerque contó con el beneplácito de un comité de asesoramiento compuesto por científicos de prestigiosas universidades y centros de investigación, aseguran en Daimler. Eso sí, ni Daimler ni BMW estaban al tanto de que el Volkswagen Beetle utilizado equipaba el software fraudulento. Esta historia, que puedes leer al completo en el New York Times, no es más que un nuevo y absurdo episodio del Dieselgate. Después de la excusa barata de enviamos un email el fin de semana para avisar, ahora nos tenemos que enterar de este sorprendente estudio.
Cuando haces a propósito algo malo pero que nadie sabe que está teniendo lugar, normalmente no acudes raudo y veloz a entregarte ni te disculpas: lo haces si te pillan. Algo así como el lo siento, me he equivocado, no volverá a ocurrir, que se refería más a un no volveréis a enteraros de lo que he hecho. Con el Grupo VAG ha sido lo mismo desde que estallara el Dieselgate, que contaba además con un oscuro capítulo de maltrato animal. Un grupo de investigación financiado por Volkswagen, Daimler, Bosch y BMW pensó que era buena idea iniciar un experimento en 2014 en el que se demostrara, con resultados falsos, que el diésel no era tan dañino como todos pensaban y metieron a 10 monos macacos cynomolgus en una cámara de gas inhalando el humo de un Beetle, que además había sido manipulado. Ahora piden disculpas.
Pedir perdón cuando te han pillado
Esta es la disculpa que ha hecho pública el consorcio alemán, tal y como informa Bloomberg. Por su parte, BMW, Daimler y Bosch se han desvinculado del experimento: Creemos que las pruebas con animales en este estudio fueron innecesarias y repulsivas. Nos distanciamos explícitamente del estudio, dijo Daimler en un comunicado. Según Volkswagen, el Grupo Europeo de Investigación sobre Medio Ambiente y Salud en el Sector del Transporte cesó sus actividades el año pasado y el proyecto no llegó a completarse.
Tal y como informa The New York Times, la organización no llevo a cabo ninguna investigación por sí misma, sino que contrató a científicos para realizar estudios que defendieran el uso del diésel. Los experimentos tuvieron lugar en 2014, utilizando 10 monos macacos cynomolgus, una raza utilizada ampliamente en experimentos médicos. Los ingenieros de la compañía supervisaron la instalación de una cinta rodante que permitiría a los vehículos funcionar con rodillos mientras los animales aspiraban el humo de los tubos de escape y veían dibujos animados.
Además, el Volkswagen Beetle utilizado estaba equipado con un software ilegal que reconocía cuándo el automóvil estaba siendo probado en una cinta rodante, produciendo emisiones artificialmente bajas. El Grupo VAG ha demostrado esa máxima real de si me pillan pido perdón, y así lo ha hecho, a medias con el engaño masivo de sus motores diésel, y ahora con uno de tantos experimentos que habrán tenido lugar en esta industria y en otras tantas. Si se filtrara material gráfico de que Chanel testa sus productos en animales, también pediría perdón, pero nada cambiaría. Una decena de primates habrían sido cruelmente envenenados a diario y el mundo seguiría girando y los consumidores comprando.
Parecía improbable que la esfera de la automoción pudiera verse más perjudicada aún tras acusaciones de cárteles, fraudes intencionados y lo último: crueles experimentos con animales. Pero lo cierto es que la situación ha tocado fondo tras descubrirse que los experimentos financiados por Volkswagen, Daimler y BMW para comprobar el efecto de los gases contaminantes no solo se llevó a cabo con monos; también con personas. El Ejecutivo de Ángela Merkel ha condenado estos experimentos después de que varios diarios alemanes publicasen que un centro de investigación alemán financiado por estos tres gigantes llevó a cabo este estudio también con 25 jóvenes sanos.
Sin poder determinar el impacto en seres humanos
En el informe de actividad para los años 2012 a 2015 se afirma que el equipo de investigación había llevado a cabo un estudio de inhalación de dióxido de nitrógeno a corto plazo en personas sanas por recomendación de su Consejo Asesor, tal y como informa la cabecera alemana Süddeutsche Zeitung. Como ya explicábamos, la Asociación Europea de Investigación para el Medio Ambiente y la Salud en el Sector del Transporte, fundada por Volkswagen, Daimler, BMW y Bosch, no solo autorizó crueles ensayos con primates, también lo hizo con 25 jóvenes sanos, que inhalaron dióxido de nitrógeno durante varias horas, al parecer sin resultados y sin poder determinar el impacto de estas emisiones en las personas.
En el momento de los experimentos con humanos y monos, el proveedor automotriz Bosch ya no era miembro de la asociación de investigación según los hallazgos actuales, a diferencia de Volkswagen, BMW y Daimler, que se han desvinculado del escándalo. El objetivo oficial de la EUGT era examinar y documentar el impacto del transporte en las personas y el medio ambiente sin prejuicios y promover enérgicamente el diésel limpio. Según algunas informaciones, un directivo de Volkswagen actualmente detenido en Estados Unidos tras el escándalo de manipulaciones, llevó personalmente un Beetle al laboratorio para gasear a los primates durante uno de los experimentos.
El portavoz del Gobierno alemán, Steffen Seibert, ha declarado que esas pruebas con monos, e incluso con personas, no son justificables desde el punto de vista de la ética y despiertan dudas muy graves sobre aquellos que están detrás de los tests. También ha advertido que la responsabilidad recae sobre los órganos supervisores de esos contratos. A este respecto, el presidente del Consejo de Supervisión de Volkswagen, Hans Dieter Pötsch, ha criticado estas prácticas y se ha distanciado de los experimentos, y señaló que estas circunstancias deben ser aclaradas completamente y sin reservas.
La Organización Mundial de la Salud declaró cancerígena, en 2013, la contaminación atmosférica. El 94% de las muertes se deben a enfermedades no transmisibles, sobre todo a enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares, la neumopatía obstructiva crónica y el cáncer de pulmón. La contaminación del aire también aumenta el riesgo de infecciones respiratorias agudas.
Comentarios
Publicar un comentario